Henry Huggins (en español)

La vida cambia para Henry Huggins con la aparición de Ribsy, un perro flaco y desgarbado que encuentra un día a la salida de la Y.M.C.A. Juntos corren toda clase de aventuras, desde perder un hermoso balón de fútbol, hastacelebrar una Navidad "verde". Con Ribsy aprende el valor del trabajo, el respeto a la propiedad ajena y también que todos merecemos ganar un premio, incluso un perro feúcho y de raza desconocida. Pero lo más importante para Henry será averiguar con quién decidirá quedarse Ribsy.

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Henry Huggins (en español)

La vida cambia para Henry Huggins con la aparición de Ribsy, un perro flaco y desgarbado que encuentra un día a la salida de la Y.M.C.A. Juntos corren toda clase de aventuras, desde perder un hermoso balón de fútbol, hastacelebrar una Navidad "verde". Con Ribsy aprende el valor del trabajo, el respeto a la propiedad ajena y también que todos merecemos ganar un premio, incluso un perro feúcho y de raza desconocida. Pero lo más importante para Henry será averiguar con quién decidirá quedarse Ribsy.

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Overview

La vida cambia para Henry Huggins con la aparición de Ribsy, un perro flaco y desgarbado que encuentra un día a la salida de la Y.M.C.A. Juntos corren toda clase de aventuras, desde perder un hermoso balón de fútbol, hastacelebrar una Navidad "verde". Con Ribsy aprende el valor del trabajo, el respeto a la propiedad ajena y también que todos merecemos ganar un premio, incluso un perro feúcho y de raza desconocida. Pero lo más importante para Henry será averiguar con quién decidirá quedarse Ribsy.


Product Details

ISBN-13: 9780060736002
Publisher: HarperCollins Publishers
Publication date: 04/13/2004
Series: Henry Huggins Series , #1
Edition description: Spanish-language Edition
Pages: 160
Product dimensions: 5.12(w) x 7.62(h) x 0.32(d)
Language: Spanish
Lexile: 0670L (what's this?)
Age Range: 8 - 12 Years

About the Author

About The Author

Beverly Cleary is one of America's most beloved authors. As a child, she struggled with reading and writing. But by third grade, after spending much time in her public library in Portland, Oregon, she found her skills had greatly improved. Before long, her school librarian was saying that she should write children's books when she grew up.

Instead she became a librarian. When a young boy asked her, "Where are the books about kids like us?" she remembered her teacher's encouragement and was inspired to write the books she'd longed to read but couldn't find when she was younger. She based her funny stories on her own neighborhood experiences and the sort of children she knew. And so, the Klickitat Street gang was born!

Mrs. Cleary's books have earned her many prestigious awards, including the American Library Association's Laura Ingalls Wilder Award, presented to her in recognition of her lasting contribution to children's literature. Dear Mr. Henshaw won the Newbery Medal, and Ramona Quimby, Age 8 and Ramona and Her Father have been named Newbery Honor Books. Her characters, including Beezus and Ramona Quimby, Henry Huggins, and Ralph, the motorcycle-riding mouse, have delighted children for generations.

Hometown:

Carmel, California

Date of Birth:

April 12, 1916

Place of Birth:

McMinnville, Oregon

Education:

B.A., University of California-Berkeley, 1938; B.A. in librarianship, University of Washington (Seattle), 1939

Read an Excerpt

Capítulo Uno

Henry y Ribs*

Henry Huggins estaba en tercer grado. Tenía el pelo como cepillo delimpiar piso y ya había mudado los dientes. Vivía con su mamáy su papá en una casa blanea cuadrada en la calle Klickitat. Aparte dela operación de las amígdalas a los seis años, y del brazoroto cuando se cayó de un cerezo a los siete, muy poco le sucedía aHenry.

Oialá pasara algo emocionante, pensaba Henry a menudo.

Pero nunca le pasaba nada interesante a Henry, sino hasta un miércolespor la tarde del mes de marzo. Todos los miércoles después de claseHenry iba en autobu's a la "Y. M. C. A.", a nadar. Nadaba una hora, se ibaotra vez en autobús, y Ilegaba a su casa exactamente a la. hora de lacena. Eso le gustaba, pero no era nada. del otro mundo.

Cuando Henry salió de la. "Y. M. C. A. " ese miercoles, se detuvo amirar a un hombre que estaba quitando un cartel del circo. Luego, con tresmonedas de cinco centavos y una de diez en el bolsillo, se dirigió a la.farmacia de la esquina a comprar un helado de chocolate en barquillo.Creía que iba a comerse el helado, subir al autobús, echar susdiez centavos en la ranura y andar hasta Ilegar a su casa.

Pero no fue eso lo que pasó.

Compró el barquillo y pagó con una de sus monedas de cinco. A la.salida. de la farmacia se detuvo a mirar las historietas cómicas. Era unvistazo gratis, porque sólo le quedaban dos monedas de cinco.

Estaba allí parado, chupando su helado de chocolate y leyendo una de lashistorietas cuando oyó un pum, pum, pum. Henryse volteó y vio a unperro allí a su espalda, rascándose. El perro, no era de ningunaraza especial. Era muy pequeño para, ser perro grande, pero, por otraparte, era demasiado, grande para ser perro, chico. No era blanco porquetenía partes color café y partes negras y entre, ellastenía manchas amarillentas. Tenía las orejas paradas y la colalarga y rala.

El perro, tenía hambre. Cuando Henry chupaba, éI chupaba. CuandoHenry tragaba, éI tragaba.

— Hola, perrillo, — dijo Henry. — Este helado, no es para ti.

La cola hizo juip, juip, juip. Los ojos cafés pareclan decir:"Sólo, un poquito.

— Vete, — le ordenó Henry. Pero no lo, dijo muy fuerte. Y le, dio unaspalmaditas en la cabeza.

El perro meneaba la, cola más y más. Henry chupó unaúltima vez. — Ay, está bien, — dijo. — Si tienes tantahambre, pues cómetelo.

El barquillo de helado desapareció de un mordisco.

— Ahora vete, — le dijo Henry al perro. — Yo tengo que tomar elautobús para irme a casa.

El chico se dirigió a la puerta. El perro tambi6n.

— Vete, perro flacucho. — Henry no lo dijo en voz muy alta. — Vete a tucasa.

El perro se echó a los pies de Henry. Henry miró al perro y elperro miró a Henry.

— Yo creo que tú no tienes casa. Estás tan terriblemente flaco.Las costillas se te salen.

Pum, pum, pum, contestó la cola.

— Y no tienes collar, — dijo Henry.

El chico se puso a pensar. ¡Si se pudiera quedar con el perro! Élsiempre había querido tener un perro propio y ahora se habíaencontrado un perro que lo quenía a él. ¡No podía irse asu casa y dejar a un perro con hambre en la calle!

¡Qué dirían su mamá y su papá! Tocó las dosmonedas de cinco que tenía en el bolsillo. ¡Ya! Usaría unapara telefonear a su mamá.

— Vamos, Ribsy. Vamos, Ribs, mi viejo. Te voy a Ilamar Ribsy porque eres tanflaco.

El perro salió trotando detrás del chico hasta la caseta delteléfono en la esquina de la farmacia. Henry lo metió en lacaseta y cerró la puerta. Él jamás había usado unteléfono público. Tuvo que poner la guía telefónicaen el piso y pararse en puntillas para alcanzar la bocina. Le dio elnúmero a la telefonista y echó una moneda en la cajilla.

— Aló... ¿Mamá?

— ¡Vaya, es Henry! — Su mamá parecía sorprendida. — ¿Dónde estás?

— En la farmacia al pie de la "Y. M. C. A."

Ribs empezó a rascarse. Pum, pum, pum. Dentro de la caseta los golpessonaban fuertes y retumbantes.

— Por el amor de Dios, Henry, ¿qué es ese ruido? — lepreguntó su mamá.

Ribs se puso a gemir primero y luego a aullar. — Henry, — grit¿ laSra. Huggins, — ¿estás bien?

— Sí, estoy bien,— contestó Henry también a gritos. Élnunca podía entender por qué su mamá pensaba siempre que aél le pasaba algo cuando no le pasaba nada. — Es Ribsy, nomás.

— ¿Ribsy? — Su mamá estaba exaltada. — Henry, ¿puedeshacerme el favor de decirme qué es lo que pasa?

— Es lo que estoy tratando de hacer, — dijo Henry. Ribsy aullómás fuerte. La gente se estaba juntando alrededor de la caseta paraver lo que pasaba. — Mamá, me encontré un perro. ¡Cómome gustaría quedarme con él! Es un perro bueno y yo me encargo dedarle la comida y de bañarlo y todo lo demás. Por favor, mami.

— No sé, mi amor. — dijo su mamá. — Tienes que pedirle permiso atu papá.

— ¡Mamá!- se lamentó Henry. — ¡Eso es lo que tú medices siempre! Henry se hallaba cansado de estar en puntillas; además,en la caseta se sentía mucho calor. — ¡Mamá, por favor, dimeque sí y jamás pediré otra cosa en toda mi vida!

— Bueno, está bien, Henry. Creo que no hay razón para que notengas tu perro. Pero tienes que traerlo en el autobús. Tu papáanda con el carro hoy y yo no puedo ir por ti. ¿Te las arreglas?

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