RUGE, o espera a ser devorado. El tan esperado nuevo libro de Daniel Habif, nos invita a reflexionar: “Porque al destino, más que esperarlo, hay que provocarlo”.
Paperback $18.95
RUGE: O espera a ser devorado / Roar
RUGE: O espera a ser devorado / Roar
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Queridos amigos de Aroma a libros, hoy extendemos la alfombra roja para entrevistar a Daniel Habif con su nuevo libro RUGE, o espera ser devorado. Su multifacética y carismática personalidad, lo ha llevado a conquistar un sinnúmero de audiencias en todo el mundo hispano, y hoy contamos con la oportunidad de conocer sobre lo que le inspira… a inspirarnos.
Daniel, en nombre del público lector de libros en español de Barnes & Noble, ¡bienvenido y gracias por concedernos esta entrevista!
Queridos amigos de Aroma a libros, hoy extendemos la alfombra roja para entrevistar a Daniel Habif con su nuevo libro RUGE, o espera ser devorado. Su multifacética y carismática personalidad, lo ha llevado a conquistar un sinnúmero de audiencias en todo el mundo hispano, y hoy contamos con la oportunidad de conocer sobre lo que le inspira… a inspirarnos.
Daniel, en nombre del público lector de libros en español de Barnes & Noble, ¡bienvenido y gracias por concedernos esta entrevista!
Cuéntanos, ¿por qué el título “Ruge”? ¿Acaso hemos de ser agresivos al buscar conquistar nuestras metas?
Ruge es un llamado salvaje. Ese llamado habita en nuestro interior, un estruendo capaz de derribar las murallas que nos contienen. Dentro de cada individuo se esconde un valiente, pero sigue allí clausurado, con la garganta apagada, amordazado con la opresiva censura que le hemos impuesto: la misma con la que hemos acallado nuestros sueños. Este libro es para cortar las mordazas, de ese rugido largamente enmudecido. Es vivir en voz audible y en el tono que quieres. Rugir es entender dónde estás parado. Rugir es el inicio de una nueva realidad que no acepta excusas, pues ahora vas equipado y listo para cabalgar indefinidamente en dirección a tus ideales. Rugir es para que te ames entero y no por partes.
El subtítulo del libro es: “Porque al destino, más que esperarlo, hay que provocarlo”. En tu experiencia, ¿crees que el ser humano es conformista por naturaleza? ¿Cómo recomiendas cambiar esta forma de ser?
Está claro que uno de los segundos más importante de nuestras vidas, suele ser aquel en el que des el primer paso para lograr lo que quieres: cuando abres tu negocio, cuando te arriesgues a dar ese beso, la mañana en la que despiertes y te dices «hoy sí». Yo llevo años acompañando a las personas a conquistar sus sueños, pero yo también he titubeado, también he estado frente a un camino que se abre en dos, ante una duda que me cierra el paso. He comprendido que una decisión solo se materializa cuando es capaz de movilizarte, cuando es el combustible que convierte la chispa del deseo en la llama de la acción. Justo por la trascendencia de ese instante crucial es que continúo haciendo llamados urgentes a la acción en mis videos, en mis conferencias y en mis escritos. En este trayecto he tomado consciencia de lo complejo que es el primer paso y la importancia que tiene la forma en la que tomamos decisiones para que eso suceda. He llegado a la conclusión de que muchas veces lo que nos detiene es una duda, es una pregunta que taladra incesantemente dentro de nosotros y nos ancla en la parálisis: «¿Estaré haciendo lo correcto?» Tenemos que encontrar una motivación clara, una creencia, una convicción por la cual estemos dispuestos a entregar la vida. Cuando la motivación se acaba, la disciplina, la enciende. Por ello la motivación necesita orden, disciplina, estrategia, enfoque, visión y amor. Ella es una caja de herramientas efectivas, pero sobre todo proactivas; no se enfoca en el otro, sino en nosotros mismos. En ocasiones es complicado desprenderse de lo que sucede a nuestro alrededor como este tiempo de caos e incertidumbre que hemos vivido. Es difícil desprenderse de algunas emociones e ignorar ciertas actitudes y no caer en la culpa o victimización. Pero a pesar de todo lo que nos rodea, continuamos siendo nosotros los responsables de nuestros hábitos mentales, emocionales y espirituales, sigues siendo responsable de quién te enamoraste, a quién contrataste, con quién te asociaste, en quién creíste. Muchas de las equivocaciones las hemos tomado desde las limitaciones circunstancias, pero desde la humildad y el aprendizaje, tienes la opción de comprenderte y mejorarlas. De allí nace la importancia del poder del impulso, el dominio propio, la sana terquedad que te lleve a la ley de la provocación, no a la ley de la atracción.
Ser autocrítico es un proceso por demás complicado puesto que somos juez y parte de nosotros mismos. ¿Cómo puede el ser humano ser objetivo al momento de autoanalizarse?
El proceso de autoevaluación siempre será complejo, aun siguiendo toda la rigurosidad experimental. A diferencia de las ciencias exactas, que permiten controlar factores específicos, las conductas humanas son un tejido del bagaje de temores, heridas y experiencias, incluso aquellas que se han alojado en las zonas no conscientes. No es lo mismo un experimento científico, que se puede hacer bajo condiciones controladas o al vacío, que la autoevaluación de los seres humanos, que no se puede aislar de los miles de factores que la influencían. El comportamiento humano no puede ser predicho como el vuelo de las aves migratorias, o la temperatura a la que hierven ciertos líquidos. Lo que podemos conocer es una tendencia o una probabilidad de ocurrencia. En mi libro propongo algunos modelos de comportamiento y herramientas de autoconocimiento, pero aclaro siempre, que es un error muy común aproximarse a ellas de una forma superficial y utilizarlas como verdades absolutas. No debemos tomarlas como una hoja de cálculo o una tabla periódica, sino como una guía que nos permite comprender características, fortalezas y falencias, típicas para algunos perfiles, pero jamás responderán a reglas absolutas. Cuando alguien conoce su perfil de personalidad tiene mayor capacidad para identificar por qué se repiten ciertas conductas. La psicología ofrece decenas de herramientas para determinar estos perfiles, las cuales, a través de un sistema de puntos, arrojan un resultado preestablecido. Pero acá lo importante no es en cuál tipología, segmento o grupo caemos, sino usar esta información como parte de nuestro proceso de autoconocimiento. Al aplicar estas herramientas es necesario responder las encuestas con ácida honestidad, atención y tomarse el tiempo para hacerlo bien, estando seguros de que comprendemos el significado de lo que se nos pregunta. Al ser la propuesta un modelo numérico, no piensa, solo da respuestas a la información que introduzcas en él, motivo por el cual debes responder con la mayor honestidad aunque esa verdad te duela. En alma tenemos un radar que nos obliga a vernos al espejo y enfrentarnos al reflejo… veamos si le soportamos la mirada al que aperece del otro lado.
En tu libro, mencionas un tema que luce contradictorio, pero a la vez intrigante: “la pereza dinámica”. Explícanos en qué consiste.
Es obvio que un exceso de inacción en nuestras vidas es una receta inconveniente para lograr nuestros objetivos; pero un desgaste físico, intelectual y emocional también terminará produciendo un quiebre total de nuestra identidad y energía vital. Considero que combatir nuestro estrés emocional y aprender a convertirlo en serenidad, paz, gozo y optimismo exige de una limpieza mental en detalle, la cual, paradójicamente, requerirá una enorme cantidad de energía que por momentos no tenemos; así que resulta importante encontrar maneras para recargarla. Yo, por ejemplo, he combinado mis momentos de recarga a una fuente inagotable de vitalidad: la imaginación desde la contemplación. Se llega a pensar que imaginar se puede convertir en un desgaste, pero en mi caso me reabastece de poder. La imaginación sin riendas se ha convertido para mí en el arma en contra de la pereza que carcome: soñar sin reglas donde nadie me pueda interrumpir me ha ayudado a escombrar los lugares más olvidados de mi persona.
Cuando no puedo más, me retiro a un lugar donde pueda aventar mi cuerpo y dejarlo estar como él quiera, no busco forzarlo a nada, simplemente pongo mis manos en mi regazo, cierro los ojos, respiro ampliamente, y comienzo a ver todo lo que mi mente me propone, así sean un millar de ideas, solo las dejo fluir; y si alguna me entusiasma, la sostengo como a un pequeño hilo que comienzo a halar con la intención de ver a dónde me puede llevar, me dejo tomar por las sensaciones que me producen sus colores, por si siento frío o calor, por las criaturas fabulosas que pueblan los bosques de mi mente. Cuando pierdo interés en la sensación, dejo que se haga borrosa la idea y que desaparezca, y de nuevo queda el pizarrón limpio, no me molesta empezar una y otra vez, me mantengo respirando profundo y tranquilo. Dejo que mi cuerpo haga lo que él sabe hacer, sanarse, regularse, no interfiero tratando de controlarlo, lo dejo que sea sin contención, y si quiere dormir, duermo. Yo apuesto por el ocio como actividad productiva, siempre que sea mi decisión. El ocio como estado creativo puede ser altamente eficiente, ya que, al estar en un estado contemplativo y de baja exigencia, se suelen encontrar modos más rápidos y eficaces para terminar ciertas tareas.
Por último, ¿qué es para ti el volver a Dios? Uno de los temas de tu libro, justamente.
Son muchas las personas que conozco que, cuando se ven enfrentados a evaluar cuál ha sido un gran error en su vida, se arrepienten de haberle dado la espalda a Dios y haber vivido lejos de él. Aunque Él nos llama miles de veces en nuestra vida, muchos se quejan de que jamás reciben Su llamado porque no se dan cuenta de que en la pureza de Su corazón está la sintonía que se conecta con Su voz. Solo los corazones afables que entrenan su sensibilidad y no dejan que el mal del mundo les haga callosidad, logran escuchar esa voz que les dirige a su voluntad; pero quien carga un corazón enfurecido y amurallado, se esconde en los acantilados de sus prejuicios y hace caso omiso a las señales, llamadas e instrucciones de lo eterno. Volver a Dios, es regresar al modelo original para despertar como Él nos trajo al mundo: Sin rencores, sin miedos, sin prejucios.