Moral social
Eugenio María de Hostos (1839-1903). Puerto Rico.
Nació en Mayagüez en 1839 y murió en Santo Domingo en 1903. Hizo sus estudios primarios en San Juan y el bachillerato en España en la Universidad de Bilbao. Estudió además Leyes en la Universidad Central de Madrid. Siendo estudiante luchó en la prensa y en el Ateneo de Madrid por la autonomía y la libertad de los esclavos de Cuba y de Puerto Rico. Y por entonces publicó La peregrinación de Bayoán novela crítica con el régimen colonial de España en América.
Entre 1871 a 1874 Hostos viajó por Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil. En Chile publicó su Juicio crítico de Hamlet, abogó por la instrucción científica de la mujer y formó parte de la Academia de Bellas Letras de Santiago. En Argentina inició el proyecto de la construcción del ferrocarril trasandino.
En 1874 dirigió con el escritor cubano Enrique Piñeyro la revista América Ilustrada y en 1875, en Puerto Plata de Santo Domingo, dirigió Las Tres Antillas, con la pretensión de fundar una Confederación Antillana.
Hacia 1879 se estableció en Santo Domingo y allí redactó la Ley de Normales y en 1880 inició la Escuela Normal bajo su dirección. A su vez, dictaba las cátedras de Derecho Constitucional, Internacional y Penal y de Economía Política en el Instituto Profesional.
Tras el cambio de soberanía de Puerto Rico en 1898 pretendió que el gobierno de Estados Unidos permitiera al pueblo de Puerto Rico decidir por sí mismo su suerte política en un plebiscito.
Decepcionado volvió a Santo Domingo donde murió en 1903.
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Moral social
Eugenio María de Hostos (1839-1903). Puerto Rico.
Nació en Mayagüez en 1839 y murió en Santo Domingo en 1903. Hizo sus estudios primarios en San Juan y el bachillerato en España en la Universidad de Bilbao. Estudió además Leyes en la Universidad Central de Madrid. Siendo estudiante luchó en la prensa y en el Ateneo de Madrid por la autonomía y la libertad de los esclavos de Cuba y de Puerto Rico. Y por entonces publicó La peregrinación de Bayoán novela crítica con el régimen colonial de España en América.
Entre 1871 a 1874 Hostos viajó por Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil. En Chile publicó su Juicio crítico de Hamlet, abogó por la instrucción científica de la mujer y formó parte de la Academia de Bellas Letras de Santiago. En Argentina inició el proyecto de la construcción del ferrocarril trasandino.
En 1874 dirigió con el escritor cubano Enrique Piñeyro la revista América Ilustrada y en 1875, en Puerto Plata de Santo Domingo, dirigió Las Tres Antillas, con la pretensión de fundar una Confederación Antillana.
Hacia 1879 se estableció en Santo Domingo y allí redactó la Ley de Normales y en 1880 inició la Escuela Normal bajo su dirección. A su vez, dictaba las cátedras de Derecho Constitucional, Internacional y Penal y de Economía Política en el Instituto Profesional.
Tras el cambio de soberanía de Puerto Rico en 1898 pretendió que el gobierno de Estados Unidos permitiera al pueblo de Puerto Rico decidir por sí mismo su suerte política en un plebiscito.
Decepcionado volvió a Santo Domingo donde murió en 1903.
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Eugenio María de Hostos (1839-1903). Puerto Rico.
Nació en Mayagüez en 1839 y murió en Santo Domingo en 1903. Hizo sus estudios primarios en San Juan y el bachillerato en España en la Universidad de Bilbao. Estudió además Leyes en la Universidad Central de Madrid. Siendo estudiante luchó en la prensa y en el Ateneo de Madrid por la autonomía y la libertad de los esclavos de Cuba y de Puerto Rico. Y por entonces publicó La peregrinación de Bayoán novela crítica con el régimen colonial de España en América.
Entre 1871 a 1874 Hostos viajó por Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil. En Chile publicó su Juicio crítico de Hamlet, abogó por la instrucción científica de la mujer y formó parte de la Academia de Bellas Letras de Santiago. En Argentina inició el proyecto de la construcción del ferrocarril trasandino.
En 1874 dirigió con el escritor cubano Enrique Piñeyro la revista América Ilustrada y en 1875, en Puerto Plata de Santo Domingo, dirigió Las Tres Antillas, con la pretensión de fundar una Confederación Antillana.
Hacia 1879 se estableció en Santo Domingo y allí redactó la Ley de Normales y en 1880 inició la Escuela Normal bajo su dirección. A su vez, dictaba las cátedras de Derecho Constitucional, Internacional y Penal y de Economía Política en el Instituto Profesional.
Tras el cambio de soberanía de Puerto Rico en 1898 pretendió que el gobierno de Estados Unidos permitiera al pueblo de Puerto Rico decidir por sí mismo su suerte política en un plebiscito.
Decepcionado volvió a Santo Domingo donde murió en 1903.

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ISBN-13: 9788499533490
Publisher: Linkgua
Publication date: 10/10/2014
Series: Pensamiento , #52
Sold by: Barnes & Noble
Format: eBook
Pages: 194
File size: 373 KB
Language: Spanish

About the Author

Eugenio María de Hostos y Bonilla (1839-1903). Puerto Rico. Nació en Mayagüez en 1839 y murió en Santo Domingo en 1903. Hizo sus estudios primarios en San Juan y el bachillerato en España en la Universidad de Bilbao. Estudió además Leyes en la Universidad Central de Madrid. Siendo estudiante luchó en la prensa y en el Ateneo de Madrid por la autonomía y la libertad de los esclavos de Cuba y de Puerto Rico. Y por entonces publicó La peregrinación de Bayoán novela crítica con el régimen colonial de España en América. Entre 1871 a 1874 Hostos viajó por Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil. En Chile publicó su Juicio crítico de Hamlet, abogó por la instrucción científica de la mujer y formó parte de la Academia de Bellas Letras de Santiago. En Argentina inició el proyecto de la construcción del ferrocarril trasandino. En 1874 dirigió con el escritor cubano Enrique Piñeyro la revista América Ilustrada y en 1875, en Puerto Plata de Santo Domingo, dirigió Las Tres Antillas, con la pretensión de fundar una Confederación Antillana. Hacia 1879 se estableció en Santo Domingo y allí redactó la Ley de Normales y en 1880 inició la Escuela Normal bajo su dirección. A su vez, dictaba las cátedras de Derecho Constitucional, Internacional y Penal y de Economía Política en el Instituto Profesional. Tras el cambio de soberanía de Puerto Rico en 1898 pretendió que el gobierno de Estados Unidos permitiera al pueblo de Puerto Rico decidir por sí mismo su suerte política en un plebiscito. Decepcionado volvió a Santo Domingo donde murió en 1903.

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Moral Social


By Eugenio María De Hostos

Red Ediciones

Copyright © 2015 Red ediciones S.L.
All rights reserved.
ISBN: 978-84-9953-350-6



CHAPTER 1

LA SOCIEDAD Y SUS ÓRGANOS


Definición de Sociedad. Órganos del organismo social. Descripción de tos órganos sociales: El individuo. La familia. El municipio. La región. La nación. La familia de naciones.

El fundamento de los deberes que la moral impone está en el conocimiento de las relaciones que ligan al hombre con la naturaleza general o con algunos de los aspectos particulares de la naturaleza. Y como la sociedad es un aspecto particular de la naturaleza, el conocimiento de los deberes sociales se funda en el conocimiento de las relaciones del individuo con la sociedad.

Ante todo, es necesario saber qué es sociedad y cuál es el objeto de la moral social; mas para saber cuál es el objeto de la moral social, hay que saber primero qué es la sociedad.

SOCIEDAD es una reunión espontánea y natural de individuos, con el objeto de satisfacer todas las necesidades de su vida física, moral o intelectual, que no podrían satisfacerse aisladamente por ninguno de los seres organizados para esa triple vida.

Claro está que, no pudiendo el individuo aislado satisfacer las necesidades de su vida, y siendo la sociedad el medio necesario para que el individuo realice fines de su vida, la sociedad es un medito que corresponde a un fin; y, por lo tanto, siendo natural el medio, es claro también que la sociedad está en el orden de la naturaleza, es por sí misma un aspecto de la naturaleza, es un verdadero fenómeno natural, un conjunto de hechos relacionados entre sí que constituyen una parte de la naturaleza y que están, como los hechos del orden físico, constituyendo un orden, y resultando de leyes inmutables.

No es ese, sin embargo, el único modo positivo de considerar la sociedad. Además de ser y presentársenos como una ley de procedimiento de la naturaleza, se nos presenta como una entidad biológica que vive por sí misma y realiza por sí misma los fines de su existencia. Con efecto, tan pronto como tratamos de sumar las actividades del vivir individual, hallamos en todas ellas, tanto en su motivo como en su objetivo, una relación de dependencia o una relación de referencia a un ser más universal y menos efímero que nosotros y que se nos presenta como un conjunto vivo de seres que, viviendo cada uno para sí, contribuye a la actividad del todo social. Ese todo social, compuesto de esas partes individuales, manifiesta una vida y una actividad que, aunque dependiente de la vida y actividad de las partes, tiene por sí misma operaciones y funciones propias. Bien se ve, pues, que la sociedad es un todo orgánico o un organismo compuesto de órganos varios, de funciones varias y de una multitud de operaciones, como sucede con cualesquiera otros organismos. Ahora bien, siendo la sociedad un organismo natural, evidentemente es una vida; y bien podemos decir, sin que la apariencia nos engañe, que toda sociedad es un ser viviente, por más que no sea un ser individual, sino colectivo.


ÓRGANOS DEL ORGANISMO SOCIAL.

Siendo la sociedad un organismo, ya se sabe que ha de tener órganos. Y los tiene. Son:

1.º, el individuo;

2.º, la familia;

3.º, el municipio;

4.º, la región;

5.º, la nación o sociedad particular;

6.º, la familia de naciones o sociedad internacional.

El conjunto de todos estos órganos es lo que llamamos sociedad general o universal, y la suma de todas las sociedades en todos los tiempos de la historia, pasados, presentes y futuros, es lo que constituye la humanidad. Cuando las ciencias sociales, como las morales, hablan de sociedad, se sobreentiende Humanidad


DESCRIPCIÓN DE LOS ÓRGANOS SOCIALES.

— El primer órgano es el Individuo. Es un ser viviente, compuesto de los órganos ya descritos (en la Moral Individual), que compone por sí solo un organismo de organismos. El individuo es a la vez causa y efecto de la sociedad; causa, porque sin él no existiría ella; efecto, porque sin ella no podría él cumplir sus fines. Esta íntima correlación entre individuos y sociedad, que es la fuente de los deberes sociales, es también la razón de la inutilidad de aquellos sistemas de filosofía política o moral que pretenden prescindir de uno de los dos términos de la relación.

El segundo órgano es a Familia. La familia es la primera evolución del individuo unido a otros individuos por la naturaleza, por los afectos, por la ley y por intereses del orden económico y moral: forma con sus congéneres la primera sociedad: de modo que puede decirse que si la familia es la primera evolución del individuo en su procedimiento hacia los fines de su vida, es también la sociedad elemental.

El tercer órgano es el Municipio. Conjunto reflexivo de individuos y familias reunidos para auxiliarse mutuamente en la satisfacción de las necesidades materiales, morales e intelectuales, el municipio continúa la evolución de la familia.

El municipio es la segunda forma natural de sociedad. Así como el individuo es una realidad viviente que resulta de fuerzas combinadas de la Naturaleza; y así como la familia es una reunión necesaria de individuos, así el municipio es una sociedad natural necesaria, que no resulta de artificio alguno, sino de la fuerza natural del principio de asociación y del reflexivo aprovechamiento del principio de asociación.

La Región es el cuarto órgano del organismo social. La región, comarca, departamento o provincia es una sociedad natural, compuesta de municipios, familias e individuos. Como el individuo se une al individuo para cumplir los fines de su especie, y forma la familia; y como la familia se une a la familia y constituye el municipio, el municipio, unido al municipio con las familias y los individuos que lo componen, forma la región, comarca, departamento o provincia. Es una sociedad no menos natural que las anteriores, pues está fundada en las mismas necesidades, aunque, por más extensas y por lo mismo menos intensas, son menos inmediatamente percibidas.

La Nación, sociedad particular, es el quinto órgano de la sociedad. La provincia se funda en necesidades mucho más extensas que las del municipio, la familia y el individuo, por ser también un órgano más extenso de sociabilidad: por la misma causa, la nación o sociedad particular de una porción de hombres reunidos en determinados límites geográficos, se funda en la mayor extensión que toman las necesidades del individuo y de los grupos anteriores, dentro del espacio que abarca un territorio poseído.

La nación es una sociedad general con respecto a los grupos sociales ya descritos, pero es una sociedad particular con respecto a los grupos que faltan por describir. La nación, que, en su territorio determinado, abarca los seres y grupos de seres racionales, asociados para fines más vastos, es un individuo colectivo en el conjunto de sociedades que forman la humanidad.

Familia de naciones o sociedad internacional es el sexto órgano social. Como hemos visto en los grupos anteriores, cada uno de ellos es más extenso en su actividad que el anterior, y según vimos que la familia es la primera evolución del individuo, así podemos ver que la sociedad internacional es, con respecto a los grupos anteriores, mucho más extensa en su actividad que todos ellos, y es comienzo de una evolución superior en que cada grupo nacional evoluciona hacia fines cada vez menos concretos o egoístas, y por lo mismo más humanos: una reunión de sociedades equivale a una familia de naciones. Por eso podemos comparar la sociedad internacional a la familia, y decir de ella que es, con respecto a una sociedad particular cualquiera, lo que la familia natural es con respecto al individuo.

CHAPTER 2

OBJETO DE LA MORAL SOCIAL. EN QUÉ SE FUNDA


Según acabamos de ver, la sociedad es un organismo viviente, que forma todo un aspecto de la naturaleza real, que es exponente de un orden real, y que está sujeto a leyes naturales. Por lo tanto, si la moral por sí misma es una ciencia, y si la sociedad es el sujeto de otra ciencia, es indudable que la moral social será también una ciencia, y que su objeto no puede ser otro que el de aplicar de un modo concreto las verdades abstractas de las dos ciencias en que está fundada.

Ahora bien, como la moral estudia aquel orden fundado en leyes invariables que, aunque integrante del orden universal de la Naturaleza, afecta de una manera más directa a nuestra actividad psíquica; y como las ciencias sociales estudian el orden natural de las sociedades, el objeto de la moral social no es otro que la aplicación de las leyes morales a la producción y conservación del bien social. En otros términos: el objeto de la moral social es aplicar al bien de las sociedades todas aquellas leyes naturales que han producido el orden moral. Hablar de un orden moral es distinguirlo de un orden físico, e implícitamente considerarlo determinado o producido por leyes distintas de las que rigen el mundo físico, puesto que no pudiendo existir orden sin leyes, debe haber y puede haber leyes peculiares de orden peculiar que distinguimos del orden general de la naturaleza.

Aunque esa, en el fondo, es una distinción de mero método, pues siendo una la naturaleza, uno es el orden en que se manifiesta, importa sostener la distinción, para, tomando como punto de partida la diferencia establecida por el método entre la que se llama naturaleza física y la que se nos presenta o tomamos como no física o como totalmente independiente y distinta de ella, fundar, en esa afirmación de que hay una naturaleza moral, las relaciones que necesariamente han de unir a cuantos seres participan de ella.

Ciencia como es, la moral no se funda más que en realidades naturales, y no se nos impone, ni gobierna la conciencia, sino en cuanto sus preceptos se fundan en relaciones naturales. Estamos ligados por nuestro organismo corporal con la naturaleza de que es parte, y de ese vínculo natural entre todo y parte se derivan las relaciones de la moral natural. Nos relaciona de un modo más inmaterial con nuestros organismos intelectivo, volitivo y afectivo la que llamamos naturaleza moral o humana, y en todas las relaciones de ese orden se funda la moral individual. Pues de una serie de relaciones con la naturaleza social nace la rama de la moral que tiene por objeto patentizar y hacer amables los deberes que hacen efectivo el bien social.

Esas relaciones del hombre individual con el social, de cada individuo con el grupo y del grupo con la sociedad, son tan manifiestas como las que ligan cada organismo corporal con la naturaleza física, y cada conciencia con la naturaleza moral de que depende.

Sería bueno exponerlas y enumerarlas, y lo haremos; pero es ocioso establecerlas por razonamiento: son hechos de la misma naturaleza a que se refieren, y eso basta para que se impongan a la ciencia. Lo importante es fundar la ciencia en ellas, y demostrar que no hay moral social sino en cuanto hay relaciones necesarias entre individuo y sociedad, entre las fracciones y el todo social, entre la humanidad y sus fracciones.

En cierto modo, hasta esa demostración es innecesaria, pues la crisis moral continua patentiza la insuficiencia de los motivos que teólogos, metafísicos y moralistas han atribuido a todas y cada una de las ramas de la moral. Patentizar esa insuficiencia es demostrar la realidad de motivos diferentes. Como esos motivos morales corresponden en toda la serie histórica a relaciones efectivas, basta evidenciar la insuficiencia de las unas para evidenciar la suficiencia de las otras.

Y efectivamente, con estar por naturaleza relacionado a la sociedad y a la humanidad, le basta al hombre para ser moral. Como esa es una realidad patente en la historia de los tiempos, basta a la ciencia. No solo basta, sino que limita. La ciencia moral, para ser ciencia, no puede salir de ahí: sus límites están precisamente dentro de las relaciones que enlazan la vida orgánica, psíquica y social del hombre con el orden cósmico, moral y social. Por tanto, si la moral general está fundada en las relaciones del hombre con la naturaleza general, la moral social se funda en las relaciones particulares del hombre con la sociedad.

Toda otra concepción del fundamento de la moral nos parece artificio indigno del grado de desarrollo a que han llegado la razón y la conciencia humanas. Ni una ni otra necesitan para la práctica del deber y para la busca reflexiva del bien, de otros estímulos que la excelsa dignidad del bien y del deber. Y si necesitaren de otros, prueba será de que no han llegado en su desarrollo al grado en que toda moral es consecuencia del conocimiento de nuestras relaciones positivas con la naturaleza, con nuestro propio ser y con el ser social.

CHAPTER 3

EXPOSICIÓN DE LAS RELACIONES


El individuo humano está tan íntimamente relacionado con todos y cada uno de los órganos sociales que integra, y con la humanidad que personifica, como el átomo con las moléculas, las partículas, las masas y los mundos. Todo en él, vida física, vida moral, actividad de voluntad y de razón, sensibilidad psíquica y física, animalidad y conciencia, el ser entero, es una relación.

Depende de otros individuos en cuanto la ley de la generación, de la herencia y de los medios sociales lo sujetan a la influencia biológica, fisiológica y sociológica de sus generadores, de sus antepasados y de sus contemporáneos.

Depende de la familia en cuanto a ella lo llaman el instinto de reproducción y el de conservación, el egoísmo y el altruismo, las pasiones más perturbadoras y las más ordenadoras, las fuerzas más indisciplinadas de su naturaleza y las facultades a que más inmediatamente encomendado está el cumplimiento del destino individual.

Depende del Municipio, cuanto más capaz es de apreciar en su valor propio la fuerza orgánica de esa entidad social, con la cual está relacionado como individuo aislado, como individuo en la familia, como factor de producción y de consumo, como elemento jurídico y moral, como hombre de su derecho y como hombre de su deber.

Depende de la Provincia, porque el individuo está ligado a la Provincia por cuantas relaciones nacen del interés individual, del egoísmo de familia y de la vanidad local. La Provincia es el primer escenario de la actividad social del provinciano, y su propio interés le dicta su conducta; la Provincia es un Estado en que el derecho de familia entra por mucho, y el egoísmo de estirpe y de procedencia liga al provinciano; la Provincia es por sí misma una entidad pareada por la vida y por la ley a otras entidades provinciales dentro del todo nacional, y el provinciano se liga a ella por vanidad y por orgullo, con toda la fuerza de su personalidad: cuanto más provincial, más provinciano.

Eso en cuanto a las relaciones por defecto; que en cuanto a las relaciones por conocimiento suficiente de la potencia integral de la Provincia en el desarrollo general de la Sociedad, no hay móvil honesto, desinteresado y puro que no sea un lazo de unión entre el provinciano y su Provincia.

Las relaciones de dependencia entre el individuo y la nación son todavía más numerosas y más poderosas: más numerosas, porque la Sociedad nacional es generalmente, para la inmensa pluralidad de los individuos, el último término de la evolución social, y en él agotan cuanta individualidad nativa y adquirida pueden y les es dable consumir.


(Continues...)

Excerpted from Moral Social by Eugenio María De Hostos. Copyright © 2015 Red ediciones S.L.. Excerpted by permission of Red Ediciones.
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Table of Contents

Contents

CRÉDITOS, 4,
PRESENTACIÓN, 9,
PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN, 11,
INTRODUCCIÓN, 13,
PRIMERA PARTE RELACIONES Y DEBERES, 24,
CAPÍTULO I LA SOCIEDAD Y SUS ÓRGANOS, 25,
DESCRIPCIÓN DE LOS ÓRGANOS SOCIALES., 27,
CAPÍTULO II OBJETO DE LA MORAL SOCIAL. EN QUÉ SE FUNDA, 29,
CAPÍTULO III EXPOSICIÓN DE LAS RELACIONES, 32,
CAPÍTULO VII TERCERA RELACIÓN. RELACIÓN DE UTILIDAD, 40,
CAPÍTULO VIII CUARTA RELACIÓN. RELACIÓN DE DERECHO, 42,
CAPÍTULO XII DEBERES DERIVADOS DE NUESTRAS RELACIONES CON LA SOCIEDAD, 52,
CAPÍTULO XIII EL DEBER DEL TRABAJO. SUS MODIFICACIONES EN LOS DIVERSOS GRUPOS SOCIALES, 58,
CAPÍTULO XIV DEBER DE OBEDIENCIA Y SUS MODIFICACIONES, 62,
CAPÍTULO XV POR QUÉ NO SE DA NOMBRE A LOS DEBERES DERIVADOS DE LA RELACIÓN DE UTILIDAD, 64,
CAPÍTULO XVI CONTINUACIÓN DEL ANTERIOR, 70,
CAPÍTULO XVII DEBERES DEDUCIDOS DE LA RELACIÓN DE DERECHO, 73,
CAPÍTULO XVIII EL DERECHO ARMADO. DEBERES QUE IMPONE, 77,
EL DEBER DE LOS DEBERES, 81,
LOS CONFLICTOS DEL DEBER. LA REGLA DE LOS CONFLICTOS, 84,
CAPÍTULO XXI DEBERES DEL HOMBRE PARA CON LA HUMANIDAD, 89,
CAPÍTULO XXII DEBERES COMPLEMENTARIOS, 95,
CAPÍTULO XXIII DEBERES COMPLEMENTARIOS. CONTINUACIÓN, 101,
SEGUNDA PARTE LA MORAL Y LAS ACTIVIDADES DE LA VIDA, 108,
CAPÍTULO XXIV ENLACE DE LA MORAL CON EL DERECHO POSITIVO, 109,
CAPÍTULO XXV ENLACE DE LA MORAL CON LA POLÍTICA, 113,
CAPÍTULO XXVI LA MORAL SOCIAL Y LAS PROFESIONES, 116,
CAPÍTULO XXVII LA MORAL Y LA ESCUELA, 121,
CAPÍTULO XXVIII LA MORAL Y LA IGLESIA CATÓLICA, 124,
CAPÍTULO XXIX LA MORAL Y EL PROTESTANTISMO, 130,
CAPÍTULO XXX LA MORAL Y LAS RELIGIONES FILOSÓFICAS, 135,
CAPÍTULO XXXI LA MORAL Y LA CIENCIA, 140,
CAPÍTULO XXXII LA MORAL Y EL ARTE, 146,
CAPÍTULO XXXIII LA MORAL Y LA LITERATURA. LA NOVELA, 151,
CAPÍTULO XXXIV LA MORAL Y LA LITERATURA. LA DRAMÁTICA, 158,
CAPÍTULO XXXV LA MORAL Y LA HISTORIA, 165,
CAPÍTULO XXXVI LA MORAL Y EL PERIODISMO, 170,
CAPÍTULO XXXVII LA MORAL Y LA INDUSTRIA, 177,
CAPÍTULO XXXVIII LA MORAL Y EL TIEMPO, 184,
LIBROS A LA CARTA, 191,

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