Read an Excerpt
Noche de la Bruja Muerta, La
By Kim Harrison HarperCollins Publishers, Inc.
Copyright © 2005 Kim Harrison
All right reserved. ISBN: 0060837500
Chapter One
Ala sombra de una tienda desierta, frente a la taberna Sangre y Pociones, me acomode los pantalones de cuero tratando de pasar inadvertida. Esto es patetico, pense, mientras le echaba una mirada a la calle mojada y vacia. Soy demasiado buena como para esto.
Normalmente mi trabajo consistia en apresar brujas sin licencia y brujas negras: se necesita una bruja para atrapar a otra. Pero esta semana las calles estaban mas calladas que de costumbre. Los que podian estaban en la costa oeste, en la reunion anual, pero yo estaba aqui con este caso de pacotilla. Una carga! La suerte de estar aqui en la oscuridad bajo la lluvia se la debo al Giro.
"A quien estoy enganando?" murmure, acomodandome la correa del bolso sobre el hombro. Hace un mes que no me mandaban a atrapar brujas sin patente, brujas blancas, brujas negras, nada. Tal vez no fue buena idea atrapar al hijo del alcalde por andar de hombre lobo en una noche sin luna llena.
Un auto elegante doblo la esquina. Era negro, iluminado por la luz de mercurio de la calle. Esta era la tercera vez que pasaba por la cuadra. Frunci el ceno cuando se aproximo lentamente. "Maldicion!," dije. "Necesito un sitio mas oscuro."
"El piensa que eres una prostituta, Raquel," me dijo mi asistente al oido. "Te dije que ese corpino rojo era demasiado llamativo."
"Alguna vez te han dicho que hueles a murcielago borracho, Jenks?," gruni entre dientes, mis labios apenas moviendose. Mi asistente estaba incomodamente cercano esta noche aferrandose a mi arete -- una cosa grande, colgante -- el arete, no el duende. Jenks era pretencioso, con mala actitud e igual temperamento. Claro, eso si, sabia en que jardin estaba el nectar. Lo mejor que me daban de asistentes eran duendes, desde aquel incidente que tuve con un sapo. Habria jurado que las hadas eran demasiado grandes para caber en la boca de un animal de esos.
Me acerqui a la esquina mientras el auto se detenia chapoteando en el asfalto mojado. Escuche el tipico sonido de la ventanilla automatica cuando se bajo el vidrio oscuro. Me incline acompanada de mi mejor sonrisa al tiempo que mostraba mi identificacion de trabajo. Ahi desaparecio la mirada lasciva del miron y su cara se puso palida. El auto arranco de una vez con un chirrido de llantas. "Debe ser un dominguero," pense con desden, pero No, corregi de inmediato. Parecia normal. Era humano. A pesar de ser correctos, terminos como dominguero, empleado, blandengue, desquiciado y -- mi favorito, marrano -- no eran bien vistos; pero si el tipo andaba buscando prostitutas en los andenes de Los Hollows, podriamos llamarlo muerto.
El auto ni siquiera paro en el semaforo rojo. Yo me di vuelta al oir los maullidos de las prostitutas que desplace al atardecer. Con su pose descarada del otro lado de la esquina, no parecian muy contentas conmigo. Hice un gesto para saludarlas, pero la mas alta me maldijo antes de mostrarme su pequeno trasero. La prostituta y su "amigo" fornido hablaban fuerte, ocultando el cigarrillo que compartian. Eso si, no olia a tabaco corriente. Ese no es mi problema esta noche, pense, y me meti de nuevo entre las sombras.
Me recoste contra la piedra fria del edificio con los ojos puestos en las luces rojas del auto que frenaba y alce las cejas al verme a mi misma. Soy una mujer alta, aproximadamente de un metro setenta, pero no tengo tanta pierna como la ramera que estaba en el pozo de luz cercano. Tampoco estaba tan maquillada como ella. Mis caderas angostas y mi busto casi plano no contribuyen mucho para hacerme material de calle. Antes de buscar en las tiendas para duendes, estuve mirando en la seccion "tu primer sosten." Es imposible encontrar algo sin corazones y unicornios estampados.
Mis ancestros emigraron a este pais querido, Estados Unidos, en el siglo diecinueve. No se como, pero de generacion en generacion las mujeres se las arreglaron para conservar los tipicos cabellos rojos y los ojos verdes de nuestra tierra irlandesa. Eso si, mis pecas estan ocultas gracias a un hechizo que papa me regalo el dia que cumpli trece anos. Metio el diminuto amuleto en un anillo de menique. Nunca salgo de casa sin el.
Suspire y me reacomode el bolso sobre el hombro. Los pantalones de cuero, las botas rojas y el corpino de tiras delgadas no eran tan diferentes de la indumentaria que usaba los viernes para martirizar a mi jefe; pero salir asi a la calle por la noche . . . "mierda," le dije a Jenks, "parezco una ramera."
Un grunido fue su unica respuesta. Me esforce por no reaccionar mientras regresaba a la taberna. Llovia demasiado y aun faltaba tiempo para que hubiera mas gente, pues aparte de mi asistente y aquellas "damas," la calle estaba desierta. Habia estado ahi parada casi una hora y no veia senales de mi objetivo. Lo mejor seria entrar y esperar. Ademas, adentro no daria la sensacion de ser una callejera.
Respire hondo y me decidi a entrar. Me solte el mono de cabellos rizados hasta los hombros. Unos instantes para ordenarlos artisticamente sobre la cara, tirar la goma de mascar y listo. El taconeo de mis botas produjo un elegante contrapunto con las esposas que colgaban de mi cintura mientras cruzaba la calle mojada en direccion de la taberna. Las argollas de acero parecian un accesorio de utileria barata, pero eran reales y destinadas a buen uso. Sonrei. Con razon se detuvo el miron. Si. Son para trabajar; pero no exactamente para lo que estas pensando.
Me mandaron a Los Hollows en medio de la lluvia para atrapar a un hada por evadir impuestos. Cuanto mas bajo puedo llegar?, pense. Tal vez fue por atrapar a ese perro la semana pasada. Como podia saber que era un hombre lobo? Correspondia a la descripcion que me habian dado.
Una vez que entre al pequeno vestibulo y me sacudi el agua, le eche un vistazo . . .
Continues...
Excerpted from Noche de la Bruja Muerta, La by Kim Harrison Copyright © 2005 by Kim Harrison.
Excerpted by permission.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
Excerpts are provided by Dial-A-Book Inc. solely for the personal use of visitors to this web site.