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Con Los Ojos Bien Abiertos
El Cultivo del Discernimiento en el Camino Espiritual
By Mariana Caplan, David González Raga Editorial Kairós
Copyright © 2010 Editorial Kairós, S.A.
All rights reserved.
ISBN: 978-84-7245-798-0
CHAPTER 1
¿QUÉ ES, DE HECHO, LA ESPIRITUALIDAD?
No tengo la menor duda de la existencia de un mundo invisible. La cuestión es si queda muy lejos del centro y hasta qué hora permanece abierto.
Woody Allen, Sin plumas
Atraída por la obra de Carlos Castaneda tomé, a los diecinueve años, un avión para viajar a Ciudad de México y aprender con Kuiz, un conocido chamán azteca. Durante ese viaje, anoté en mi diario "Confío en que, si practico lo suficiente, llevo a cabo todas las ceremonias y hago caso a lo que me diga el chamán, en unos tres años estaré iluminada".
Pero resultó que, además de dirigir poderosos rituales aztecas y presentarme a personas excepcionales, el tal Kuiz era un alcohólico que insistía de un modo cada vez más agresivo en cobrarse sus enseñanzas con favores sexuales. Y, cuando le aclaré que no estaba dispuesta a pagarle en especies, se empeñó en que le entregase los 300 dólares que me quedaban para pasar el resto del verano en México. Innecesario es decir que, durante ese viaje, aprendí muchas más cosas sobre "oscurecimiento" espiritual que sobre iluminación espiritual ... y lo cierto es que ése no fue más que el comienzo.
Kuiz fue mi primer maestro espiritual formal. Afortunadamente no renuncié, después de tan decepcionante experiencia –y de otra y hasta de una tercera–, a seguir buscando maestro. Entonces empecé a estudiar con judíos, budistas, hindúes, nativos americanos, psicólogos transpersonales y personas que se autoproclamaban dioses y brujas. No tardé en darme cuenta de que el psiquismo y el espíritu humano son muy amplios y complejos y que, quien quiera aprender a moverse adecuadamente por el laberinto del mundo interior y convertirse en una persona sabia y con conocimiento, debe contar con la cualidad, ciertamente difícil de lograr, de una adecuada guía.
De algún modo, me di cuenta de que uno tiene que aprender lo que más tarde reconocí como la necesidad de cultivar el discernimiento espiritual aunque, por aquel entonces, todavía carecía de palabras para referirme a ello. Entonces me enteré de la existencia de enseñanzas y metodologías muy elaboradas que pueden servir de guía para desplazarse adecuadamente por el camino espiritual. Era joven y tenía un hambre atroz, pero carecía de mapa que me indicase el camino a seguir para llegar a un destino elusivo cuyo nombre ignoraba y carecía también de manual de instrucciones que me dijese lo que tenía que "hacer" con mi vida. Aunque la iluminación era un término habitualmente utilizado en los círculos que, por aquel entonces, frecuentaba, todavía ignoraba de qué se trataba, quién podía ayudarme a encontrarla, dónde debía buscarla, cuáles eran las trampas que, a lo largo del camino, me acechaban y quién y qué debía evitar. El discernimiento sólo puede descubrirse a través de un largo proceso de tanteo, es decir, de aciertos y de errores.
Hoy en día, un par de décadas después de ese primer viaje a México, puedo decir que finalmente he encontrado a un maestro espiritual sincero con el que llevo estudiando la mayor parte de mi vida adulta. Los errores y los aciertos me han enseñado a ser más discriminativa y diferenciar entre caminos, prácticas, maestros y procesos internos. Aunque cada viaje sea único –y nadie pueda recorrer por otro su camino ni impedir que incurra en sus propios errores y aprenda sus propias lecciones–, todos tenemos que aprender a cultivar el discernimiento. Así es como llegamos a tomar decisiones cada vez más inteligentes y eficaces y a minimizar las distorsiones y sufrimientos innecesarios provocados por una falta de educación y de conciencia. La "espada de la discriminación" de la que hablan tantas tradiciones espirituales es la mejor de las protecciones con que podemos contar para avanzar adecuadamente por el camino espiritual.
Cada vez son más, en la medida en que los movimientos espirituales contemporáneos siguen evolucionando, las escuelas y enfoques occidentales que se centran en aspectos diferentes de la integración espiritual. El presente libro, basado en la sabiduría procedente de tradiciones y prácticas muy diferentes, aspira a proporcionar un modelo integral de la transformación espiritual del que puedan servirse los practicantes de todas las religiones y tradiciones. Éste es un modelo que tiene muy en cuenta las dificultades que hoy en día atravesamos, las sutilezas que implica el trabajo con la mente egoica y la psicología occidental y el imperativo de integrar todos los niveles de nuestra transformación.
A lo largo de este libro veremos una amplia variedad de procesos, visiones y principios que deben atravesar quienes llevan tiempo siguiendo un camino espiritual. Y es que, independientemente de la tradición a que se adscriban, son muchos los retos a los que deben enfrentarse los aspirantes sinceros, entre los cuales cabe destacar el fracaso, las crisis curativas, el autoengaño, la decepción del sueño de la iluminación y la desilusión de los maestros que afirman estar iluminados. Trabajar adecuadamente, en este sentido, con el psiquismo y el ego es algo muy complejo y que requiere de un gran discernimiento.
"Percepción y juicio agudos", "capacidad de captar y entender lo oscuro" y "enjuiciar de manera sabia y objetiva" son algunas de las definiciones que del término "discernimiento" nos ofrecen los diccionarios. Nuestra tarea, en tanto que practicantes espirituales, consiste en aprender a ver con claridad, mantener los ojos bien abiertos, distinguir la verdad de la falsedad y exponer a la luz de la conciencia lo que, en nuestro interior, permanece inconsciente.
Avanzar clara e inteligentemente por el camino espiritual puede ser, en estos tiempos, una empresa muy difícil y cada viaje tiene, en este sentido, sus peculiaridades. Son muchas las luces que alumbran el supermercado espiritual y muy llamativa la mercancía que, en él, se nos ofrece. No resulta sencillo, por tanto, en ningún momento del camino, tomar decisiones claras, sanas y económicas. Aun quienes llevan mucho tiempo comprometidos con la práctica espiritual se ven inevitablemente abocados al reto de discernir cuál de entre toda la plétora de prácticas y maestros accesibles es, en tal o cual momento, la más adecuada.
Comenzaremos, como primer paso en nuestra presentación del discernimiento como herramienta esencial del camino espiritual, con una revisión acerca del estado de la espiritualidad contemporánea en Occidente. ¿Cómo ha dejado de ser, la espiritualidad y la iluminación, un proceso de búsqueda del alma para acabar convirtiéndose en un buen negocio? ¿Cuáles son los productos del mercado de la espiritualidad y la iluminación que más se venden hoy en día? ¿Por qué tantos gurus famosos acaban viéndose catapultados al escándalo, decepcionando a sus antiguos seguidores y llevándoles a abandonar el camino espiritual y optar por una vida normal y corriente? ¿Por qué el budismo resulta tan atractivo y popular y por qué hay tanta gente cautivada por el Dalai Lama? ¿Qué es, en suma, la iluminación? ¿Y qué es lo que realmente queremos?
Nada hay más hambriento que el corazón humano. Aunque, en lo más profundo de cada uno de nosotros, aliente el deseo y el anhelo de plenitud humana y espiritual, el miedo que nos consume todavía es más intenso. Y lo más curioso es que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Son muchas las potencialidades que se agitan bajo la superficie de nuestra conciencia. En nuestro interior bullen universos enteros, cuya existencia sólo intuimos. Reventamos de ganas de nacer, de ir más allá de nuestros límites, de liberar las potencialidades que se agitan en nuestro interior, de descubrir una intimidad que hemos intuido en sueños o, en alguna que otra ocasión, hemos degustado. Éste es el anhelo que late en el núcleo mismo de nuestras células.
Incapaces siquiera de dar nombre a nuestra hambre, la mayoría acabamos sencillamente reprimiéndola y circunscribiéndonos a una vida previsible y mecánica. Como, en cierta ocasión, me dijo mi amigo Zak, un productor de cine de Bollywood: «Ni siquiera me atrevo a formularme la primera pregunta porque sé que, detrás de ella, vendrían otras miles –o quizá millones– y temo que, en tal caso, acabase mi vida como actualmente la conozco».
Llega un momento, sin embargo, en que nuestro sufrimiento personal es demasiado intenso y ya no podemos seguir negando esa realidad. Nuestra mente nos atormenta, nuestra vida no funciona como esperábamos o nos movemos a un nivel estrictamente mundano, pero sin poder encontrar la alegría profunda que sabemos posible. La conciencia nos remuerde hasta el punto de no poder seguir reprimiendo la necesidad de saber cuál es nuestro potencial no vivido. Ya no queda entonces más remedio que buscar algún tipo de guía o práctica que nos ayude a alimentar nuestro hambriento corazón hasta acabar descubriendo lo que, hablando en términos muy generales, se conoce como "camino espiritual".
En otros casos, sin embargo, parece como si fuese el camino el que llegase hasta nosotros y se insertase en nuestra vida. Estamos viviendo una vida normal y corriente cuando de repente se presenta una persona, un libro o una experiencia que sacude los cimientos de nuestro mundo hasta un punto ya no hay posible vuelta atrás. Hay veces en que el camino espiritual llega como una revelación que se experimenta de manera muy familiar mientras que, en otras, se presenta como algo "nuevo", aunque sospechemos que siempre ha estado con nosotros.
Independientemente, sin embargo, de que lo hayamos buscado o no, el descubrimiento del camino espiritual suele ser motivo, para el corazón, de celebración y se experimenta como un rito íntimo y privado de pasaje, que va acompañado de experiencias y comprensiones iluminadoras. El camino parece muy sencillo y evidente. Lo único que debemos hacer es estudiar, entender, sosegar nuestra mente y llevar a cabo ciertas prácticas para alcanzar, con el tiempo, la paz mental y el autoconocimiento duraderos.
«Y Dios se reirá de que una vez tratases de ser santo» escribió, en cierta ocasión, el místico persa Hafiz. Si tenemos suerte, la fase inicial de la vida espiritual, la luna de miel espiritual, dura lo mismo que la luna de miel de un romance, meses o quizás, en el mejor de los casos, años. Pero finalmente acaba estableciéndose un compromiso entre nuestro yo limitado y nuestro yo ilimitado, entre uno mismo y Dios o la Verdad. Y, en ese preciso momento, empieza el trabajo verdadero y profundo.
El supermercado espiritual
Merece la pena, al empezar a interesarnos por el camino espiritual, recordar la advertencia que insiste en que "tengamos cuidado con lo que compramos", porque la verdadera espiritualidad puede manipularse hasta convertirse en un bien de consumo susceptible de venderse y comprarse en el mercado. La espiritualidad no sólo es un camino hacia la liberación, la verdad y la compasión, sino también un gran negocio. La espiritualidad se combina, hoy en día, con la cultura capitalista hasta un punto en que bien podríamos hablar de una auténtica "economía de espíritu", que resulta muy fácil confundir con la auténtica espiritualidad.
En un artículo titulado "Yoguis Behaving Badly", el periodista Paul Keegan escribió que, en el 2002 había, en Estados Unidos, unos 18 millones de practicantes de yoga moderno y que el mercado de productos sanos y respetuosos con el medio ambiente se estimaba en torno a los 230.000.000 de dólares. Las alfombrillas de yoga pueden comprarse en Kmart, Wal-Mart y hasta en muchos supermercados de gasolineras y estaciones de servicio ... ¿para quienes practiquen acaso yoga en el coche? Muchos grandes centros espirituales ofrecen clases de cualquier cosa, desde divorcio consciente hasta ganchillo y atención plena y mueven presupuestos realmente multimillonarios. Las máquinas expendedoras venden budas de chicle y hay avispados vendedores que afirman haber embotellado la singular energía espiritual de Sedona (Arizona). El encuentro entre Oriente y Occidente, la tendencia a la globalización, el consumismo que caracteriza a la cultura americana y su creciente impacto en el resto del mundo ha propiciado la aparición de una superabundancia de movimientos espirituales que se expanden por todas partes con la misma celeridad que McDonald o Starbucks.
Invito al lector que discrepe de mi diagnóstico a que se acerque a cualquier congreso mente-cuerpo-espíritu o a una de esas exposiciones de la Nueva Era y estoy seguro de que se quedará sorprendido, desbordado, estupefacto y hasta encantado por los miles de productos asombrosos –y no tan asombrosos– que descubrirá. Es realmente apabullante la diversidad de productos relacionados con la diosa, con la ropa "espiritual" y con toda la parafernalia ligada a la meditación y el yoga, que van desde alarmas zen hasta pirámides de cristal para colocar sobre la cabeza y activar los chakras y artilugios plásticos destinados a separar los dedos de los pies durante la práctica del yoga: la lista resulta ciertamente interminable. Y también debemos señalar el saturado mercado del libro espiritual, que abarca desde novelas de amor y misterio espiritualmente orientadas hasta libros de autoayuda que prometen enseñar de todo, desde el modo más adecuado de convertirse en chamán hasta la mejor forma de tener sexo espiritual.
El "turismo" espiritual también se ha convertido en un gran negocio, no sólo el tipo que te lleva hasta Maui o la selva brasileña para estudiar el tantra de los delfines o llevar a cabo rituales chamánicos, respectivamente, sino el amplio y más habitual peregrinaje por un largo periplo de caminos, maestros, talleres y prácticas diferentes. La espiritualidad se halla hoy en día tan difundida que haríamos bien en aclarar si nuestro interés al respecto es un entretenimiento de moda o el fruto de un hambre más verdadera. Y no porque, en tal caso, nuestro enfoque sea mejor o más noble que el otro, sino porque tener claras estas cosas nos ayuda a orientarnos más adecuadamente en nuestro paso por el supermercado espiritual.
El discernimiento no sólo es interesante cuando compramos algo valioso e importante, sino que también resulta esencial en el ámbito del supermercado espiritual. Debemos ser, en este sentido, muy discriminativos porque, del mismo modo que sucede con el uso carismático y diestro del lenguaje de la iluminación por parte de un guru para venderse a sí mismo y a su enseñanza, éste no necesariamente implica la autenticidad ni la calidad del producto o del servicio que ofrece. Es cierto que las tiendas de comida rápida venden "comida", pero su beneficio nutritivo y sobre la salud está muy lejos del que el consumidor obtiene de los pollos de granja, de la ternera libre de grasas y de las frutas y verduras orgánicas. Necesitamos ser tan discriminativos, al menos, en el mercado espiritual como en el mercado de los bienes de consumo. La comercialización del equivalente espiritual de la comida rápida es impecable y va desde seminarios de fin de semana que prometen la transformación completa hasta los llamados maestros "iluminados" que afirman tener decenas o aun centenares de discípulos iluminados que han alcanzado los primeros estadios de la comprensión y la experiencia espiritual.
No todos los caminos, prácticas y maestros espirituales proporcionan enseñanzas de la misma calidad. Es cierto que ciertas prácticas y procesos pueden resultar muy útiles en determinados momentos del viaje –e incluso introducirnos al hecho de que se trata, en realidad, de un viaje– pero, con el paso del tiempo, debemos aprender a establecer distinciones más sutiles entre la amplia diversidad de caminos, prácticas y maestros accesibles. También es muy importante identificar la motivación que nos ha llevado a emprender el camino. Si queremos descubrir las riquezas que el camino espiritual puede ofrecernos, deberemos aprender a diferenciar antes los diamantes de imitación de los diamantes verdaderos en los ámbitos de la literatura, los caminos, las prácticas y los maestros que compiten por nuestra atención. «Si el oro verdadero no existiera –dice Rumi– tampoco existiría el oropel.»
Emergencia y caída de los grandes gurus y de los grandes discípulos
Con cierta frecuencia se me acercan, como resultado de mi investigación, del tipo de libros que escribo y de mi práctica del counseling, personas que, por un motivo u otro, han acabado desengañándose de la vida espiritual. Y ello me permite acceder a un inusual banco de datos procedentes de lo que bien podríamos denominar "el vientre de la iluminación". Se trata de una modalidad de chismorreo espiritual que haría tambalearse a cualquier aspirante serio al camino. Son datos, si nos los tomamos en serio, que ponen de relieve que nadie, absolutamente nadie, ni maestros ni discípulos, está exento de incurrir en los errores en los que inevitablemente se cae a lo largo del camino espiritual.
Son muchas las historias terribles que he escuchado de algunos de los maestros "iluminados" más admirados de nuestro tiempo que, en su búsqueda de la espiritualidad, han abandonado a sus hijos, se han servido de la práctica espiritual para desconectarse de los demás o han maltratado a sus parejas justificando su conducta con conceptos y terminología espiritual. El escenario espiritual contemporáneo está saturado de escándalos ligados al sexo, el dinero y el poder y podríamos considerarlo una forma de virus que se difunde silenciosamente hasta que el daño resulta irreparable.
(Continues...)
Excerpted from Con Los Ojos Bien Abiertos by Mariana Caplan, David González Raga. Copyright © 2010 Editorial Kairós, S.A.. Excerpted by permission of Editorial Kairós.
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