En su más provocativo y completo libro sobre los últimos tiempos, el Dr. John Hagee cuenta regresivamente los minutos proféticos desde los días deDaniel hasta nuestros días. Si bien la bolsa de valores de Nueva York llenade euforia proclama que todo anda bien, De Daniel al Día del Juicio informasobre el ruido sordo y prolongado del Arrebatamiento que se aproxima y sedelata en acontecimientos mundiales.
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Overview
En su más provocativo y completo libro sobre los últimos tiempos, el Dr. John Hagee cuenta regresivamente los minutos proféticos desde los días deDaniel hasta nuestros días. Si bien la bolsa de valores de Nueva York llenade euforia proclama que todo anda bien, De Daniel al Día del Juicio informasobre el ruido sordo y prolongado del Arrebatamiento que se aproxima y sedelata en acontecimientos mundiales.
Product Details
ISBN-13: | 9780718024116 |
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Publisher: | Grupo Nelson |
Publication date: | 04/08/2014 |
Sold by: | THOMAS NELSON |
Format: | eBook |
Pages: | 312 |
Sales rank: | 1,278,836 |
File size: | 707 KB |
Language: | Spanish |
About the Author
John Hagee, author of the bestsellers Jerusalem Countdown, The Battle for Jerusalem, From Daniel to Doomsday, Life Lessons to Live By, and The Financial Armageddon, is the founder and pastor of the 19,000-member Cornerstone Church in San Antonio, Texas, and president of Global Evangelism Television.
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De Daniel, Al Día Del Juicio
By John Hagee, Ricardo Acosta
Betania
Copyright © 2000 Editorial CaribeAll rights reserved.
ISBN: 978-0-7180-2411-6
CHAPTER 1
11.50 P.M. Daniel pinta el Panorama profético
Esta mañana tomé el periódico, di un vistazo al artículo principal y luego pasé a la siguiente página. Allí, en una destacada posición de la página dos me llamó la atención un titular: «Escóndase, la secta del año 2000 llega a casa». El artículo que seguía era un ejemplo excelente de lo que puede ocurrir cuando el pueblo utiliza mal la profecía.
Usted tal vez recuerde la historia: miembros de una secta milenial con base en Denver volaron a Israel porque su líder, Kim Miller, dijo a sus seguidores que la manera de salvarse era morir en la ciudad de Jerusalén en la víspera del año 2000. Correctamente temerosos de que la secta «Cristianos Preocupados» pudiera en realidad provocar la violencia necesaria para lograr sus objetivos, una fuerza especializada israelita detuvo el grupo en Jerusalén y lo envió a casa. El informe periodístico describió al líder del grupo, Kim Miller, como un antiguo ejecutivo de Procter & Gamble sin preparación religiosa formal. Miller ha dicho a sus seguidores que moriría en Jerusalén en diciembre de 1999 y que resucitaría tres días después.
Si usted asiste a una iglesia que predica la Biblia le parecerá difícil de entender cómo cristianos comprometidos podrían vender todas sus posesiones terrenales y seguir hasta Israel a un líder sectario como Kim Miller. Sin embargo, la razón es sencilla: Cuando las personas no conocen la verdad creen en falsas doctrinas. Las principales denominaciones de los Estados Unidos y demasiadas iglesias descartan la profecía como improcedente o como algo que no se puede comprender humanamente. No obstante, sin una completa comprensión de lo que sucederá en el futuro, los creyentes pueden caer en un engaño profundo.
Imagine por un momento que ha colocado a su querida hija de dos años en la mesa de la cocina. «Ven, mi amor, ¡salta!» le dice mientras extiende los brazos y ella salta porque sabe que usted está allí para agarrarla. La niña confía en que usted tiene la capacidad de mantenerla ilesa y sabe lo que usted hará cuando ella dé el salto de fe. Lo mismo es cierto para nosotros. Debemos saber lo que Dios ha planeado para el fin de nuestras vidas, de nuestro planeta y de la era. Saberlo nos da confianza, fortaleza y paz, y llegamos a comprender el plan de Dios por medio del estudio de la profecía bíblica.
Sin embargo, demasiadas personas han dejado el estudio profético para colocar su confianza en falsas doctrinas y falsos maestros. Mientras escribía esto, la policía israelita se estaba preparando para la posibilidad de que al acercarse el milenio, cristianos engañados intenten suicidarse sobre la montaña del templo. El gobierno destinó doce millones de dólares para mejorar la seguridad en el lugar en caso de ataques extremistas a las mezquitas Al Aqsa y Dome of the Rocks. Los hospitales mentales israelitas se prepararon para una afluencia de pacientes con el Síndrome de Jerusalén, una condición clínica real en la que los peregrinos religiosos «muestran extraños comportamientos mientras proclaman quizás que son antiguos personajes religiosos enviados en una misión».
Usted no tiene que ser llevado por los vientos de la falsa doctrina. Dios quiere que comprenda su Palabra, y una gran porción de esa Palabra es profecía. El plan de Dios ha existido desde la creación de la tierra. De la misma manera que Dios no cambia, sus planes para la tierra tampoco cambiarán.
¿Puede usted confiar en la Biblia? ¡Por supuesto! La profecía bíblica prueba la inspiración divina de la Palabra de Dios. La Biblia es diferente de todos los demás libros religiosos. Los libros que forman la base de otras religiones y sectas importantes interpretan el presente o tratan del pasado, pero la Biblia, cuando se escribió, era 25% profecía. Desde Génesis hasta Apocalipsis se han dado innumerables profecías y la mayoría se han cumplido exactamente. Esto confirma la inspiración, validez y autoridad de Las Escrituras.
El apóstol Pedro escribió que la profecía bíblica sería de beneficio para la Iglesia «hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones» (2 Pedro 1.19). El «lucero de la mañana» no es otro que Jesucristo (Apocalipsis 22.16). Pedro declaró valientemente que la profecía bíblica beneficiará a la Iglesia hasta el fin de los siglos. Al enfrentar el espectro de un nuevo milenio y contemplar el futuro descubrimos que la profecía produce paz en el corazón de todo creyente.
Jesús dijo: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí» (Juan 14.1). El Salvador consoló los corazones de sus discípulos (y de nosotros) con una promesa profética: «En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis» (Juan 14.2-3).
Cuando vemos los noticieros y leemos espeluznantes titulares de personas que cometen suicidio colectivo, que andan en busca de naves extraterrestres y que tiemblan ante el pensamiento de crisis como la que se esperaba para el comienzo del milenio, nos sentimos consolados por las Escrituras proféticas que confirman que todo acontecimiento sucede por designio divino. De todo libro en la Biblia, las Escrituras proféticas gritan: «Levanta la cabeza y regocíjate; ¡Dios tiene el control!»
Visión de Daniel sobre el Día del Juicio final
Tal vez ningún escrito profético sea tan importante como el de Daniel. Su libro retrata varias visiones en las cuales se revela el futuro del mundo, y las revelaciones que se han cumplido han probado ser 100% exactas.
El historiador Josefo contó en sus escritos una historia acerca de Daniel y Alejandro Magno. Casi 270 años después de que Daniel escribiera sus visiones y sus interpretaciones, Alejandro Magno y su ejército marchaban sobre Jerusalén. Cuando se acercaban a la Ciudad santa, Jaddua, el sumo sacerdote de esa época, salió al encuentro del emperador griego y le mostró una copia del libro de Daniel y el pasaje en que se describía a Alejandro. Este se impresionó tanto que en vez de destruir Jerusalén, entró a la ciudad en paz y adoró en el templo.
Nuestro Señor Jesús mencionó a Daniel (Mateo 24.15; Marcos 13.14) y citó a este profeta en su sermón en el monte de los Olivos. El Apocalipsis tiene sentido cuando se estudia junto con el libro de Daniel, y «el hombre de pecado» de Pablo, o el anticristo, se vuelve un ser de carne y hueso cuando se observa a la luz de la visión de Daniel.
Dios permitió al profeta Daniel dar una mirada al futuro, ¡y una de esas visiones proféticas lo afectó de manera tan profunda que se desmayó y estuvo en cama por varios días! Vio lo que vendría y lo aceptó como la obra de un Dios soberano y justo; sin embargo, se quedó atónito y conmovido ante la vista de acontecimientos futuros.
Retrocedamos por unos instantes. La historia de Daniel comienza en el tercer año del reinado de Joacim, rey de Judá, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén y la sitió (Daniel 1.1). En el año 605 a.C., debido a la gran maldad de Joacim, Dios permitió que Nabucodonosor derrotara al reino de Judá, cuyo centro estaba en Jerusalén.
Nabucodonosor fue un individuo emocional, pero no era tonto. En vez de arrastrar a sus prisioneros de guerra a la esclavitud, decidió examinar a todos los cautivos y el botín. Tomó del templo los utensilios de oro y los colocó en la casa de su propio dios. Dio instrucciones al jefe de sus eunucos de que examinara a los prisioneros y escogiera «muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey» (Daniel 1.4). Entre estos jóvenes escogidos para el servicio real estaban Daniel, Anamas, Misael y Azarías. Los tres últimos fueron mejor conocidos como Sadrac, Mesac y Abed-nego.
Daniel y los israelitas cautivos tenían el derecho legítimo de pensar en lo inimaginable y quizás pensaron que había llegado su propio día del juicio final. Cuando Dios llamó a Abraham para que fuera el fundador de una nueva nación, le dio un título de propiedad sobre la tierra prometida (Génesis 15.9-21). Además, cuando Dios levantó a David para que fuera rey de Israel, le prometió que su simiente estaría para siempre en el trono. Dios había hecho pactos irrompibles con la nación de Israel, pero ahora parecía haber abandonado a su pueblo especial. ¿Dónde estaba Él cuando más lo necesitaban?
Daniel miró a su alrededor y vio rostros extraños, oyó voces extranjeras, vio multitudes de personas adorando a dioses paganos. Los utensilios sagrados y santos del templo de Daniel se estaban utilizando como depósitos de aceite e incienso para falsos dioses creados por el hombre. ¿Cómo podía Dios permitir que esto sucediera?
Daniel y su pueblo eran extranjeros en una tierra extraña, cautivos que vivían sin el derecho de la autodeterminación bajo un rey pagano. ¿Había olvidado Dios sus promesas, o roto el pacto irrompible? Estoy seguro de que Daniel y sus amigos se preguntaban si volverían a ver a Jerusalén y qué habían hecho para merecer tal cautiverio.
Las profecías del Antiguo Testamento son muy claras en cuanto a los motivos divinos para el cautiverio. El profeta Oseas describió a Israel como una esposa adúltera que se prostituía delante de ídolos. Como una ilustración de la asombrosa gracia de Dios y de la redención de Israel, Oseas prácticamente fue al mercado de esclavos y redimió a su adúltera esposa.
El profeta Ezequiel ilustró los pecados pasados de Israel y su muerte merecida en una serie de visiones sobre las abominaciones en el templo, el asesinato de los malvados y la salida de la gloria de Dios. El profeta dijo que Israel había sido una vid sin fruto y una esposa adúltera, y que Babilonia descendería como un águila y la arrasaría. Sin embargo, al juicio de Israel le seguiría la restauración.
Dios quiere que comprendamos lo que hace y por qué actúa de esa manera. Los israelitas de la época de Daniel estaban advertidos, exactamente como hoy día están advertidos tanto hombres como mujeres. La naturaleza y el carácter de Dios son inmutables; no hay sombra de cambio en El.
Pablo escribió: «Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo .afin de conocerle» (Filipenses 3.8,10). Existe una gran diferencia entre saber de Dios y conocer a Dios. Los estadounidenses saben de Dios, pero no tienen comprensión de su carácter. El Dios de la Biblia es un Dios de majestad, sabiduría, verdad, amor y gracia. Tiene celo por sus hijos. Es un Dios de juicio e ira, y no cambia. Está tan listo para juzgar hoy día el pecado como lo estaba en los días de Daniel.
Dios siempre juzga el pecado. Israel había pecado una y otra vez, sin confesión, por lo tanto Dios lo envió al cautiverio en Babilonia.
El hombre o la nación que quebranta la ley de Dios sin arrepentirse descubrirá la severidad divina. Usted no quebranta las leyes de Dios sino que esas leyes lo quebrantan a usted. O usted cae en la piedra angular, Jesucristo, y se quebranta, o la piedra angular caerá sobre usted, haciéndolo polvo.
¡Dios no puede cambiar! Él es «eternamente» (Salmos 93.2), el «Rey eterno» (Jeremías 10.10), «el Dios incorruptible» (Romanos 1.23) y «el único que tiene inmortalidad». Al hablar de Dios, el rey David escribió: «Tú eres el mismo, y tus años no se acabarán» (Salmos 102.27).
De niños, mis hijos me preguntaban: «Papá, ¿quién hizo a Dios?» Dios no necesitó ser hecho porque es eterno; Él siempre ha estado, siempre ha existido; siempre existirá. No envejece. No gana ni pierde poder. No puede evolucionar ni pasar; no mejora ni se deteriora, porque desde el principio fue perfecto.
Muchas situaciones pueden alterar el carácter de un hombre: presión, shock, una lobotomía, ¡o asistir a una escuela pública por más de media hora! Sin embargo, nada puede alterar el carácter de Dios: «El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones» (Salmos 33.11).
Lo que Dios hace a tiempo lo planeó desde la eternidad, y lo que planeó en la eternidad lo realiza a tiempo.
Dios envió a Israel al cautiverio porque su carácter no cambia. Él siempre juzga el pecado. Este es un mensaje que Estados Unidos debe escuchar. Si Dios aplastó a Israel porque se volvió una sociedad pagana, por la misma razón aplastará a los Estados Unidos.
Dios juzgó a Sodomay Gomorrapor el estilo de vidahomosexual de sus habitantes.
Dios juzgó la generación de Noé debido a que «todo designio de los pensamientos del corazón de ellos (los hombres) era de continuo y solamente el mal» (Génesis 6.5).
Dios juzgó a Israel y lo envió al cautiverio en Babilonia por sus vidas impías. Dios juzgará a Estados Unidos por nuestra masacre de niños no nacidos en las clínicas estadounidenses de abortos y por la aprobación presidencial a la iglesia de homosexuales como un estilo de vida alternativo.
Estados Unidos ya no es «una nación bajo Dios». Hemos ridiculizado la verdad de la Palabra de Dios y lo llamamos pluralismo. Hemos adorado otros dioses y a eso llamamos multiculturalismo. Hemos recompensado la pereza y a eso llamamos asistencia pública. Nos hemos negado a disciplinar a nuestros hijos y lo llamamos la formación de la autoestima. Hemos contaminado el aire con blasfemias y pornografía y lo llamamos libertad de expresión. Hemos institucionalizado el perjurio y el engaño en el gobierno y lo llamamos políticamente correcto.
Según encuestas recientes, 67% de estadounidenses aprueban la conducta inmoral de nuestro presidente porque «la economía está bien». Como el dinero importa más que la moral, Dios aplastará nuestra economía como un alfarero aplasta una vasija de barro con una vara de hierro. Si Estados Unidos no sirve al Señor en prosperidad, entonces Dios enviará pobreza.
Escríbalo en su libro como un hecho futurista: un terremoto económico viene a Estados Unidos con una severidad que esta nación no ha visto.
Recuerde la generación de Noé
Mientras escribo estas palabras, el mercado estadounidense de valores está en una altura sin precedentes. La mayoría de residentes consideran la prosperidad económica como una señal de la aprobación divina. ¡Falso! Examine el registro bíblico de las naciones cuyas economías estaban en la cima cuando llegó el juicio de Dios y sacudió todo lo que se podía sacudir.
El juicio de Dios llegó a la generación de Noé que estaba en la cúspide de los buenos tiempos. La Biblia manifiesta: «En los días de Noé ... comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento» (Lucas 17.26-27).
La prosperidad de los hombres siguió batiendo todos los récords hasta el día en que Noé entró al arca, Dios cerró la puerta y las fuentes de la profundidad se abrieron cuando el Dios todopoderoso destruyó toda carne viviente sobre la faz de la tierra.
Recuerde la generación de Lot
La economía de Sodoma y Gomorra era tan satisfactoria como nunca ha sido la de Estados Unidos. Ezequiel escribió: «Esta fue la maldad de tu hermana Sodoma: soberbia, saciada de pan, y abundancia de ociosidad ... yse llenaron de soberbia» (16.49-50).
Cuando Lot advirtió a sus yernos que el juicio de Dios se acercaba, ellos pensaron que estaba bromeando.
Cuando se les dice a los estadounidenses que se aproxima el juicio para esta nación por las mismas razones que llegó sobre Sodoma y Gomorra, ellos se burlan del mensajero y lo llaman «derechista, creyente bíblico radical y antihomosexual inadaptado que necesita entrenamiento de sensibilidad para llegar a ser políticamente correcto».
Recuerde a Babilonia
El apocalíptico Juan describe gráficamente el misterio babilónico de Apocalipsis 18, cuya economía fue aplastada por la mano de Dios en una hora. Escribió:
Ha caído, ha caído la gran Babilonia ... y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites ... y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio ... diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio! (Apocalipsis 18.2-3; 9-10).
Juan no revela la identidad del misterio babilónico de otra manera que esta: «En ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la tierra» (18.24).
(Continues...)
Excerpted from De Daniel, Al Día Del Juicio by John Hagee, Ricardo Acosta. Copyright © 2000 Editorial Caribe. Excerpted by permission of Betania.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents
Contents
Introducción, ix,Capítulo 1—11.50 P.M. Daniel pinta el panorama profético, 1,
Capítulo 2—11.51 P.M. El Mesías Príncipe entra a Jerusalén, 30,
Capítulo 3—11.51 P.M. Y la ciencia aumentará, 44,
Capítulo 4—11.53 P.M. La liberación del juicio final: El Arrebatamiento, 89,
Capítulo 5—11.54 P.M. Rusia invade a Israel, 119,
Capítulo 6—11.55 P.M. Comienza el tiempo de tribulación, 157,
Capítulo 7—11.56 P.M. Porque entonces vendrá la Gran Tribulación, 194,
Capítulo 8—11.57 P.M. Paso a paso hacia el Armagedón, 229,
Capítulo 9—11.58 P.M. Amanece el milenio, 241,
Capítulo 10—11.59 P.M. El conflicto final de la tierra, 258,
Capítulo 11—MEDIANOCHE El juicio final ante el gran trono blanco, 261,
Capítulo 12—LA ETERNIDAD ¡Han renacido el cielo y la tierra, 267,
Notas, 281,