Los orígenes de la Nueva Era
César Vidal desenmascara las doctrinas ocultas del movimiento de laNueva Era en esta obra bien documentada.
La Nueva Era no es un movimiento aparecido de la nada en elsiglo veinte. Su ideología y práctica se originan en la Gnosis. Durante el sigloprimero A.D. se asistió a unvigoroso crecimiento de esta filosofía que manifestaba la pretensiónde guardar en su seno el mensaje auténtico de Jesús. Frente a él se alzó unconjunto de personajes que veían a la Gnosis como una perversión del mensajecristiano y a su "Cristo" como "otro Cristo", radicalmentedistinto del histórico. Para ellos, la Gnosis era un enemigo peligroso quedebía ser abatido.

Partiendo de los documentos históricos, Los orígenes de la Nueva Era relata lapugna colosal en la que se enfrentaron dos cosmovisiones diametralmente opuestas,la neotestamentaria y la gnóstica.Las consecuencias de esta pugna resultan visibles, incluso en nuestros días, enel desarrollo e ideología de la Nueva Era.

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Los orígenes de la Nueva Era
César Vidal desenmascara las doctrinas ocultas del movimiento de laNueva Era en esta obra bien documentada.
La Nueva Era no es un movimiento aparecido de la nada en elsiglo veinte. Su ideología y práctica se originan en la Gnosis. Durante el sigloprimero A.D. se asistió a unvigoroso crecimiento de esta filosofía que manifestaba la pretensiónde guardar en su seno el mensaje auténtico de Jesús. Frente a él se alzó unconjunto de personajes que veían a la Gnosis como una perversión del mensajecristiano y a su "Cristo" como "otro Cristo", radicalmentedistinto del histórico. Para ellos, la Gnosis era un enemigo peligroso quedebía ser abatido.

Partiendo de los documentos históricos, Los orígenes de la Nueva Era relata lapugna colosal en la que se enfrentaron dos cosmovisiones diametralmente opuestas,la neotestamentaria y la gnóstica.Las consecuencias de esta pugna resultan visibles, incluso en nuestros días, enel desarrollo e ideología de la Nueva Era.

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César Vidal desenmascara las doctrinas ocultas del movimiento de laNueva Era en esta obra bien documentada.
La Nueva Era no es un movimiento aparecido de la nada en elsiglo veinte. Su ideología y práctica se originan en la Gnosis. Durante el sigloprimero A.D. se asistió a unvigoroso crecimiento de esta filosofía que manifestaba la pretensiónde guardar en su seno el mensaje auténtico de Jesús. Frente a él se alzó unconjunto de personajes que veían a la Gnosis como una perversión del mensajecristiano y a su "Cristo" como "otro Cristo", radicalmentedistinto del histórico. Para ellos, la Gnosis era un enemigo peligroso quedebía ser abatido.

Partiendo de los documentos históricos, Los orígenes de la Nueva Era relata lapugna colosal en la que se enfrentaron dos cosmovisiones diametralmente opuestas,la neotestamentaria y la gnóstica.Las consecuencias de esta pugna resultan visibles, incluso en nuestros días, enel desarrollo e ideología de la Nueva Era.


Product Details

ISBN-13: 9781418562748
Publisher: Grupo Nelson
Publication date: 12/28/2009
Sold by: THOMAS NELSON
Format: eBook
Pages: 192
File size: 557 KB
Language: Spanish

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LOS ORÍGENES DE LA NUEVA ERA


By CÉSAR VIDAL

Thomas Nelson

Copyright © 2009 César Vidal
All right reserved.

ISBN: 978-1-4185-6274-8


Chapter One

LA GNOSIS (I): Su descripción

?Gnosticismo o gnosis?

Para muchas personas, entre las que habría incluso que señalar buen número de especialistas, el primer problema que plantea el estudio de los movimientos gnósticos resulta tan elemental como el de utilizar una terminología adecuada. Es esta una circunstancia con paralelos en otros acercamientos contemporáneos a fenómenos ideológicos del pasado. ?Deberíamos hacer una referencia a la <<gnosis>> o por el contrario, habría que hablar de <<gnosticismo>>? Algunos incluso se permitirían ser más audaces. ?No sería aun más apropiado englobar el fenómeno bajo la etiqueta incluso más amplia del misticismo como se han atrevido a hacer algunos estudiosos de los sistemas gnósticos?

Desde luego, no es esta una discusión estéril como podría pensar más de uno. Sí se halla, por el contrario, erizada de dificultades. Empecemos diciendo que la misma palabra <<gnosticismo>> (utilizada, por otra parte, hasta la saciedad) es un término que no aparece en las fuentes históricas. Por el contrario, la designación arranca de un acuerdo convencional adoptado por los investigadores. El Congreso de Mesina de 1966, al abordar la problemática relacionada con los orígenes del gnosticismo, formuló una propuesta técnica cuya validez sigue, en buena medida, vigente. De acuerdo con la misma, <<gnosis>> sería el conocimiento de los misterios divinos reservado a una élite, mientras que <<gnosticismo>> designaría un fenómeno histórico concreto y, más específicamente, los sistemas relacionados con la gnosis que se producen durante el siglo II y que permiten un estudio documental relativamente en profundidad. Es natural que tal delimitación, correcta por otra parte en términos sustanciales, deja en el aire la cuestión de los fenómenos que pueden ser adjetivados con el calificativo de <<gnósticos>>. Así podría decirse que los sistemas de gnosis del siglo I, sin ser propiamente <<gnosticismo>>, sí se pueden calificar con toda justicia como <<gnósticos>>.

El presente estudio está, por lo tanto, situado cronológicamente en un período anterior a la aparición del gnosticismo propiamente dicho, el que se origina en el siglo II d.C., pero resulta absolutamente contemporáneo de los sistemas de gnosis o gnósticos que se hallan en las raíces de aquel.

Históricamente, el gnosticismo no se ha visto libre de la mirada poco favorable de los historiadores. El mismo Congreso de Mesina, ya mencionado, sobre el gnosticismo y el Primer Seminario de Trabajo sobre Gnosticismo y Cristianismo primitivo celebrado en Springfield, Missouri, del 29 de marzo al 1 de abril de 1983, por citar sólo dos de los ejemplos más significativos, no llegaron a separar la idea de gnosticismo de la visión negativa, 4 sin percatarse de que, en puridad, sistemas al parecer tan distanciados en el tiempo y el espacio como el yoga, la cábala o las religiones mistéricas, pueden ser calificados también en un sentido amplio de gnósticos, como intentaremos señalar, siquiera de pasada, en las siguientes páginas. Apuntaba en una obra anterior que <<gnosticismos hay muchos>> y que esto dificultaba sensiblemente la posibilidad de establecer líneas coherentes de diferenciación entre esta forma de pensamiento y otras. Tal afirmación le parece al autor de estas líneas, hoy por hoy, indiscutible, ya que no se puede negar el carácter de gnósticos, al menos lato sensu a los mandeos mesopotámicos (existentes aún hoy día), a los cátaros y bogomiles o, por supuesto, a los valentinianos y setitas.

Las características de la gnosis

Con todo, a nuestro juicio, existen factores suficientes como para fijar un perfil comprensivo que nos permita hablar de la gnosis y no de diversas gnosis. Estas características serían las siguientes:

I. Visión negativa del mundo material

Si la Biblia insiste en que Dios creó un mundo material que es bueno por su propia naturaleza (Génesis 1.10, 12, 18, 21, 25) y que sólo se vio alterado por el pecado (Génesis 3.14ss), la gnosis parte siempre de una clara conciencia experimental, que afirma que el mundo en que habita el ser humano es malo. Desde el punto de vista de los diversos sistemas gnósticos, basta con observar la Historia de la Humanidad, recordar el pasado o fijar la vista en el presente, para llegar a la conclusión de que el ser humano vive en medio de un cosmos que es hostil y negativo para con él. Este elemento resulta obvio en todos los sistemas de gnosis que conocemos, incluso cuando aplicamos el término en un sentido muy amplio y, a nuestro juicio, parten siempre de una constatación catastrofista, aunque no necesariamente injustificada, de la realidad.

Sería el caso del habitante del subcontinente indio sometido a un sistema de castas frente al cual el apartheid surafricano del siglo XX resultaría benévolo comparativamente; el judío de la Europa medieval o de la Contrarreforma que vivía en una situación de precariedad existencial no sólo lejos de Sión, sino a la vez de la tranquilidad mínimamente estable; el egipcio que se autoconcebía como parte de un colectivo ordenado en medio de un océano de caos son excelentes, y muy comprensibles, receptáculos de una visión negativa de la realidad material.

A esta, que se traduce en desastres naturales, guerras, hambres, opresión o persecuciones, se suma la experiencia de elementos de esclavitud ligados indisolublemente a su propia naturaleza humana. El hombre mira en derredor y ve que la enfermedad está muy extendida, que el dolor es una realidad cotidiana, que el envejecimiento cae sobre los supervivientes y que, finalmente, la muerte hunde en el olvido desde el niño al anciano, tanto al necio como al sabio. No debería, por lo tanto, extrañarnos que se desee trascender estas realidades amargas, pero presentes, en la experiencia diaria.

Aunque en términos generales las variaciones de matiz en los diversos sistemas de gnosis son considerables, la explicación de tal fenómeno solía hacerse girar en torno a conceptos como el de la maldad del Creador de nuestro cosmos (que no debe identificarse con el concepto vulgar de <<Dios>>) o el de la pérdida de control de Aquel sobre su creación lo que exige ahora una ayuda del ser humano para devolver todo a la pureza inicial. Un ejemplo de formulación de la primera tesis sería, por ejemplo, Marción y de la segunda, el sistema cosmogónico de algunos cabalistas.

Por regla general, los sistemas gnósticos sostenían que quien padecía más claramente esta deformación dramática de la creación era el ser humano. Esto se debía al hecho trágicamente primigenio de que no había tenido en un principio un carácter material, sino espiritual, de que no había existido como un cuerpo sino como un alma. A su juicio, la veracidad de esta afirmación quedaba demostrada por el hecho de que a su elemento espiritual debía su entendimiento, su voluntad y su percepción de las cosas. Además, este elemento lo diferenciaba claramente de los otros seres vivos. Partiendo de esta visión, no resulta extraño que, por ejemplo, los gnósticos concibieran el alma humana con imágenes como la de la partícula de la luz de lo alto aprisionada en la materia que se sigue repitiendo, por ejemplo, en la cábala.

Esta visión iba a tener claras repercusiones sobre los sistemas ideológicos en los que, en un inicio, surgen las interpretaciones gnósticas, porque, esto resulta evidente, no pocas veces existe una incompatibilidad clara entre ambos. Así, arrancando de un trasfondo judío o cristiano, se llegó a afirmar que Adán fue creado por el Demiurgo y sus arcontes (de hecho el libro bíblico del Génesis era visto como obra no de la inspiración divina sino de Samael y sus ángeles perversos); que al clamor de Ialdabaot (?una deformación de YHVH o Jehová Sebaot (YHVH de las huestes)?) proclamándose el único dios, se había opuesto una voz de lo alto que decía: <<Yerras ... existe el hombre>>; que los receptáculos de la creación divina no tuvieron el suficiente vigor para contener la sustancia de la divinidad y por lo tanto, provocaron una catástrofe cósmica expresada en términos de materialidad; que es el mismo Ialdabaot (engañado por el Padre de lo alto) el que entregó la chispa de vida al cuerpo del primer hombre y también el que expulsó a la primera pareja del Paraíso, después de copular con Eva, de la que tuvo a Caín y a Abel, no surgiendo la primera descendencia de Adán hasta Set; y así por el estilo. No obstante, en todos los sistemas suele persistir una idea clara: Hay caída, pero esta no se debe en sí tanto al pecado del hombre, como a un conflicto contra un poder tenebroso, al que a veces, aunque no siempre, se identifica con el YHVH del Antiguo Testamento.

Por lo tanto, frente a la idea bíblica de una creación buena, cuyo lastimoso estado actual es sólo achacable al pecado (cf. Génesis 1-3), la gnosis opone la idea de que la creación es mala materialmente y, en algunos casos, llegará a atribuir su existencia a la obra de una divinidad perversa, el Demiurgo, al que en ocasiones se identifica con YHVH. Además, se insistirá en que el hombre originalmente no pertenecía a esa creación material y que no se ha visto reducido a su estado actual por su pecado, sino por la acción perversa de los poderes de las tinieblas.

II. Negación de la idea de pecado en un sentido bíblico

Una visión como la señalada en el párrafo anterior permite entender cómo en la gnosis suele producirse una exclusión de la idea del pecado o de la falta original a partir de la cual no sólo el hombre, sino toda la creación, se hallan sumidos en un estado de postración existencial. Se trata de una visión bien distinta de la contenida en Génesis 4 donde el pecado es el que separa al hombre de Dios, de otros seres humanos y de la misma naturaleza. En armonía con esa visión del primer libro de la Biblia, Pablo afirma en Romanos 5.12 que el pecado del primer hombre tuvo como consecuencia la entrada de la muerte en el mundo y añade en 8.20, que tal circunstancia también tuvo como resultado que <<la creación fue sujeta a vanidad>>. Lógicamente, el apóstol de los gentiles ve la salida a esa situación en la aceptación por fe del sacrificio expiatorio realizado por Jesús, el Mesías, en la cruz (Romanos 3). Tal punto de vista es contrario por completo a la gnosis.

Para esta no existe el pecado primigenio y por ello, resulta inútil la idea de un Redentor que abra las puertas de la salvación. El problema del ser humano no es el pecado sino el mundo material y sombrío que lo aprisiona. Precisamente porque es la materia en sí lo que resulta intrínsecamente perverso, la idea de un Dios que se encarna y muere por el hombre (como pretende el Nuevo Testamento) resulta para el gnóstico odiosa y repugnante, y es sustituida por otra versión de la Historia del cosmos. Como veremos más adelante, cuando la gnosis intente captar la figura de Jesús en su teología -como en la actualidad la Nueva Era- tendrá en cuenta precisamente esos aspectos. Ahora bien, si no hay Redentor, ?cómo se opera la redención, sea esta del tipo que sea? La respuesta de la gnosis es que la misma tiene lugar cuando el sujeto se apodera del conocimiento (<<gnosis>>) pertinente. Es por eso que, al hacer referencia a la posibilidad de aprehender la gnosis liberadora, es cuando, en algunos casos, aparece en el gnosticismo la figura de un salvador. Sin embargo, este no muere expiatoriamente como en el cristianismo, sino que revela la gnosis.

Conseguir la gnosis se presenta además históricamente como algo muy urgente en no pocos casos. La razón, por lo general, de semejante inmediatez, era la creencia de algunos grupos gnósticos de estar situados en los últimos tiempos.

Todo lo anterior nos permite ver que la gnosis, incluso en sus más diversas acepciones, se hallaba mucho más cerca de los sistemas de pensamiento paganos que del bíblico en lo que a la antropología o a la cosmogonía se refiere.

III. La salida del estado actual sólo puede operarse a través de la gnosis

Para los gnósticos, como ya hemos indicado, el ingrato estado actual del hombre es una situación8 indeseable. Lo que realmente se anhela no es su permanencia ni siquiera su mejora, sino la huida, la fuga, la liberación. Esta sólo podría producirse a través del aprehendimiento de un conocimiento específico dotado de características salvíficas, al que suele conectarse con grandes reveladores y un estado primitivo, más bien legendario, de la Historia de la Humanidad (Adán, Set y otros).

A este conocimiento se le denomina precisamente <<gnosis>>, es decir, el <<conocimiento>> por excelencia. La forma en que esa gnosis había llegado hasta sus seguidores implicó la articulación de diversos mitos de revelación. En ocasiones se atribuyó a un ser angélico, a un profeta o a un maestro reconocido en el pasado, aunque en realidad tal afirmación no pasará de ser un fraude. Un caso así sería, por ejemplo, el libro del Zohar o del Resplandor, una de las obras esenciales de la cábala. Esta obra se debió, en su mayor parte, a la pluma del judío español Moisés de León (finales del siglo XIII e inicios del siglo XIV), pero este se la atribuyó a Simón ben Yohai, un maestro judío de inicios de nuestra era, precisamente para conseguir que recibiera una aceptación considerable.

En otras ocasiones, el carácter pseudoepigráfico de las obras gnósticas iba ligado a personajes tan perdidos en el tiempo como Adán, el primer hombre, o Set, su primer hijo justo después de la muerte de Abel. Al parecer, personajes como los mencionados habrían, según los gnósticos, dejado constancia escrita de la gnosis en el pasado. Ahora, tras siglos (o milenios) de haber permanecido en la oscuridad, volvería a salir a la luz casi con cada uno de los nuevos movimientos gnósticos. Como tendremos ocasión de ver, a lo largo de la presente obra, fue en buena medida la necesidad de conectarse con un origen primitivo que proporcionara legitimidad a la gnosis, lo que explica la enorme trascendencia que otorgó a la figura de Jesús.

IV. La gnosis establece una nueva moral

La gnosis, por su propia originalidad interna, siempre ha tenido entre sus consecuencias la creación de un nuevo código moral. No podía ser de otra forma si tenemos en cuenta que negaba un proceso de redención similar al cristiano y que acentuaba insistentemente la idea de la perversión intrínseca del mundo material. La lógica de tal razonamiento resulta, en teoría, inatacable. Sin embargo, hay que subrayar que la gnosis distó mucho de crear una moral uniforme. En su seno nos encontramos con ejemplos de comportamiento tan dispares como el ascetismo riguroso de los maniqueos, los mandeos o los cristianos colosenses a los que se refiere Pablo en la carta del mismo nombre, o posturas antinomistas que pueden llegar a la justificación de la licencia moral más absoluta.

Ambas posiciones disfrutaban de una aparente defensa dialéctica. Los ascetas podían insistir en que mediante la mortificación y el castigo del cuerpo, a través de la privación de ciertos alimentos y de la práctica de ciertos sacrificios, el alma iba siendo progresivamente liberada de su cárcel material. Los antinomistas o libertinos, por el contrario, podían aducir que, iluminada el alma con la gnosis, poco o nada podía importar lo que hiciera un cuerpo perverso por naturaleza, del que, por añadidura, acabaría librándose a la postre.

En cualquier caso, se tratara de libertinos o de ascetas, de antinomistas o de sacrificadores de su carne, la vida en el seno del grupo resultaba de especial importancia. Esa existencia, como ha sucedido históricamente con otros grupos de carácter clandestino, se traducía en la integración de los distintos miembros en células ordenadas jerárquicamente y en cuyo seno tenía lugar la realización de los ritos secretos. En buen número de casos, estos nos resultan conocidos. Pero en otros, como veremos en los capítulos siguientes, algunos de sus aspectos esenciales pueden deducirse de las fuentes históricas que han llegado hasta nosotros. Entre ellos destacan el afán proselitista, las reuniones secretas y los ritos y enseñanzas de corte <<mágico>>.

(Continues...)



Excerpted from LOS ORÍGENES DE LA NUEVA ERA by CÉSAR VIDAL Copyright © 2009 by César Vidal. Excerpted by permission.
All rights reserved. No part of this excerpt may be reproduced or reprinted without permission in writing from the publisher.
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Table of Contents

Contents

Introducción....................1
1 LA GNOSIS (I): Su descripción....................7
2 LA GNOSIS (II): Su origen....................21
3 EL CRISTIANISMO ANTES DEL DESAFÍO GNÓSTICO....................27
4 SIMÓN EL MAGO Y LA GNOSIS SAMARITANA (c. 33 d.C.)....................41
5 PABLO DE TARSO Y LA GNOSIS (I): Corinto (c. 55 d.C.)....................53
6 PABLO DE TARSO Y LA GNOSIS (II): Colosas (c. 60 d.C.)....................71
7 PEDRO Y JUDAS FRENTE A LA GNOSIS (c. 60 d.C.)....................89
8 PABLO DE TARSO Y LA GNOSIS (III): Las pastorales....................101
9 LA ESCUELA DE JUAN Y LA GNOSIS (I): El evangelio (c. 60-66 d.C.)....................113
10 LA ESCUELA DE JUAN Y LA GNOSIS (II): El Apocalipsis (c. 66 d.C.)....................127
11 LA ESCUELA DE JUAN Y LA GNOSIS (III): La primera carta de Juan....................139
12 LA INFLUENCIA RECÍPROCA....................149
CONCLUSIÓN: La gnosis y la Nueva Era....................157
Bibliografía....................169
Notas....................171
Acerca del autor....................187
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